domingo, 2 de noviembre de 2014

Di algo...



Di algo, porque me estoy abandonando. Llevo tiempo salvándome a mí misma, pero ahora necesito tu abrazo para sostenerme. No me importa tragarme el orgullo, con tal de seguir luchando. Seguiré abrazándome a mí misma cuando el frío husmee por la mirilla de mis miedos. ¿Donde está la calidez de tu presencia? Sé donde se encuentra cada escalón con el que te tropiezas, aunque no haya estado presente. Es que tus ojos me relatan cada lágrima oculta, que pude compartir contigo. Pero no lo hice. Y ahora, te he encontrado en un presente tan desordenado, que temo perderte en mi interior. Quiero que me mires, y los dos podamos sentirnos abrigados. Ultimamente todo se ha vuelto tan delicado, parece que se romperá en cualquier momento, y yo me siento tan diminuta, que temo perder aquello que nunca me ha pertenecido. Siento si alguna vez te hice confundir de sentido en el camino a casa; nunca fue intencionado. Pero sé que me comprenderás... en cierto modo, lo siento. Y no existe nada que me haga estremecerme más que dejar de conocerme a mí misma a través de tus ojos. Estoy aprendiendo a amar aún... Di algo, porque el abismo se está aproximando.

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