miércoles, 2 de mayo de 2018

¿A qué esperas? Destrúyeme.


Me pregunto en quién te convertirás en cuanto te toque. He marchitado jardines enteros con un solo suspiro de tristeza. Ese es mi poder, mi deseo narcisista. Ser la responsable del insoportable dolor de otros.

No amar a mis amantes será mi cadena perpetua, el idioma envenenado con el que se comunica mi putrefacto corazón. Soy una loba al filo de la muerte. Mi fuerza es tan inmensa, tan catártica, que no puedo evitar que se vuelva en mi contra. Como el eco del dolor que ha causado el tango de mis caderas. 

Un instinto salvaje me impulsa a buscar el desastre entre tus piernas. 
Utilízame, amor. 
Destrózame desde mi feroz vulnerabilidad. Encerré el gérmen salvaje de mis actos en una cajita de cristal por mi propio bien. Pero ya no quiero escuchar qué es lo mejor para mí, sino lo que me hace sentir más viva. 
Clavar los pedacitos de cristal en lo más profundo de mi culpa. 

Necesito que corra la sangre por mis manos. 
No quiero que sea la tuya. 
Hazme enloquecer. 
Destrúyeme. 
Como el ingénuo que arranca la flor más bonita, desesperado por poseer su belleza. 
Arráncame de mí misma.