jueves, 21 de abril de 2016

Buenos días mi amor:



Te he guardado una cosita entre mis ruinas,
un trocito de esperanza
que me has cosido tú misma.

Duermes a mi lado y casi sin quererlo,
hemos construido un hermoso palacio sin murallas,
lleno de amapolas (tus preferidas)
y de esas inseguridades mías
que han terminado mutando en mariposa.

He pensado en guardarme este momento
para mi nevera vacía,
pero prefiero compartirlo en nuestro sofá.
Te mereces los derechos de autor 
de al menos una poesía que me han inspirado
tus manos ansiosas entre estas sábanas.

Estás preciosa...
¿Cómo es posible que yo sea la única superviviente
capaz de ver en el verde de tus ojos
este oásis en medio del desierto Soledad?
Están ciegos mi amor. No les hagas caso.

Si es que al final,
he terminado enamorada no solo de ti,
sino de mí misma
cuando me encuentro contigo.

Dulces sueños mi amor.

lunes, 11 de abril de 2016

Querido Madrid:



Madrid tiene un aroma agridulce.

Tan pronto como ves a un mendigo, observas pasar a un hombre con ojeras y corbata. Al momento en el que ves una prostituta vender la carne desde un escaparate de desesperación también ves a una mujer con abrigo de piel pasar por su lado.



En el mismo espacio, en el mismo momento, en el mismo sitio.



Dos personas completamente diferentes compartiendo sin querer el mismo aliento.

Es abrumador pensar que aquí la realidad resulta tan cruda.



Supongo que al final te acostumbras a dormirte con la nana de este caos cruzando por tu mirada indiferente, pero aún así, sigues chocandote con sus pasos y compartiendo camino, como si fuese normal este frío que atraviesa la distancia de soledades tan lejanas.



Cuesta comprender como uno puede habituarse a correr siempre para llegar a conocerse a sí mismo entre tanta gente, en este frenetismo que no te permite detenerte y disfrutar del instante. Hay tantas tonalidades de grises que he preferido quedarme ciega a que absorban todos mis colores. No puedo señalar a alguien y decir "es él" o "es ella". Todo es un vaivén de vidas que tratan de rozarse lo mínimo posible. ¡Y así no hay nadie que decida quedarse!



 Querido Madrid, guarda bien a tu gente, que yo entre tus calles no puedo tenerme.