domingo, 11 de diciembre de 2016

Ojitos de cristal


Las montañas han desplegado las alas sobre la ciudad. El reloj de mi muñeca marca las 7:47 de la mañana y tengo ante mis ojos un espectáculo que parece haber estado escondido durante todos estos años. Me encuentro sola, con la nariz roja por el frío, sentada en lo alto de la montaña.

Me siento pequeña, una parte diminuta del enorme universo. Y de pronto, todos mis problemas se hacen insignificantes, son ingrávidos, pueden volar con el tiempo que parece no tener nunca demasiada prisa pero que se lo lleva todo. Dar tanta importancia a problemas pasajeros solo hace que se alarguen, parece absolutamente ridículo ahora que lo pienso.

Sólo me siento aquí, a observar. Un acto tan sencillo que parece imposible que algo tan simple pueda darme respuestas a pensamientos tan enredados. No hay revelaciones épicas, bocas de grandes consejos o gritos de liberación. Las respuestas estaban en mí todo este tiempo.

Se me empiezan a dormir las piernas. No sé cuánto tiempo llevo aquí. Pero no sé, parece más especial si todo queda en un secreto. Más mío. Nadie puede robármelo.


En ocasiones la belleza está delante de nosotros, y sin embargo, no aparece hasta que aprendemos a mirar. 

martes, 15 de noviembre de 2016

Carta de (des)amor para ti

Soy débil, Sara.

Tus ojos están abiertos como platos observando mi furia, mi enfado injustificado. Mi orgullo sella mi boca, pero lo cierto es que me estoy pudriendo por dentro. He permitido que la soledad dé paso al odio y me está carcomiendo. Estoy tan cansada Sara, tan cansada de luchar para ser normal, que no puedo evitar mis berrinches de niña de cuatro años cuando veo a alguien más triunfar como si la vida no fuese más que un juego.

Te envidio y admiro como ninguna, y tal grandeza me hace pequeña al sentir que nunca seré parte de ella. Ojalá me odiases y me dieses motivos para apartar mi presencia de tu camino, así no tendría que lidiar con esta amargura de vivir a tu sombra. Hace frío aquí. Pero sé que no es culpa tuya. Soy yo y mi armada de inseguridades que no dejan de acribillar tus actos con cinco mentiras. Y es que no lo tienes todo, pero eres todo lo que deseé alguna vez. 


Estoy siendo cruel. Lo sé. 

Mis palabras son balazos que tratan de ponerte al límite para que dejes trasnochar a tus debilidades. No me estoy justificando, solo quiero explicártelo. 

Tu tristeza me da un chute de adrenalina y juro que siento una terrible repulsión hacia mí misma por ello. Porque no me has hecho absolutamente nada, y mi parte racional me empuja a alertarte de que sentirte mal contigo misma por un grito ajeno no sirve para nada. Aunque sea el mío.

Yo soy un absoluto desastre que desconoce qué hace y qué quiere en cada momento. Tú eres el reflejo de todo aquello que nunca alcancé. Y sé que por mucho que lo intente, no lo conseguiré, simplemente porque yo no soy así. Pero dime ¿Cual es el motivo por el que te adore a ti y me sienta tan decepcionada conmigo misma?

Soy débil, Sara.

Perdóname por todo aquello que me queda por hacer(te).

viernes, 2 de septiembre de 2016

No son mis historias



Estoy sola.
Mirando con las luces apagadas la ciudad.
Estoy sola.
Y estoy cabreada.

Me molesta este silencio. Me molesta que no haya nadie destrozando nada. Me molesta no tener espectadores de una película llamada "vida". Me molesta que nadie haya llamada en todo el fin de semana. Me molesta esta infinita libertad. Me molesta ser siempre yo quien se queda bailando en la oscuridad sola.

No me dejes ahora. No me des la espalda. No me dejes viajar sola, ahora que necesito a alguien a quien llamar hogar.

Un buen amigo me ha confesado hoy que me he acostumbrado a ser siempre la otra mujer. Aquella que nunca perteneció a nadie, la que fue de todos. La que no tenía nada que perder, ni nada que ganar.

Y quizás sea verdad.
Puede que ahora me aterrorice tener el papel  principal por temor a no hallar las salidas de emergencia en piernas ajenas. Pero ahora no importa, porque estoy molesta.

Estoy sola
y ya estoy cansado de firmar dedicatorias ajenas donde no cabe mi historia.

sábado, 30 de julio de 2016

Las personas...


Las personas tienen una horrible manía, sobre todo si te conocen desde hace años. Se forman una idea de quien fuiste, de lo que hiciste, de lo que dijiste... y no hay forma de escapar de esa espiral. Se han adjudicado jueces de una sentencia al que nunca fueron invitados.

Pero uno crece, cae, cambia, se transforma, no volvemos a ser los mismos. Y tú puedes aferrarte a la idea de quien fui, pero esa persona ya no está ahí. Si quieres, puedes crecer a mi lado, pero déjame hacerme grande. No necesito demostrarte que ahora soy diferente, simplemente es así.

Asusta saber que no pueden controlarte y por ello, intentan retenerte. Tratan de convencerte de que todo lo que haces ahora no eres tú, sino las heridas de lo que escoció en el pasado, y no es así. Soy alguien totalmente diferente que no quieres descubrir y tratar de retenerme solo me hace infeliz: Si soy yo misma te decepciono, pero si trato de ser quien una vez fui la que se decepciona soy yo.

Quienes realmente te quieren escuchan tu voz, te toman en serio, te dejan equivocarte y volver a caer. Permiten que crezcas sin temer al desconocido en quien te estás convirtiendo. 
Te acompañan en el viaje y no te fuerzan a quedarte en un lugar al que ya has dejado de pertenecer.

viernes, 20 de mayo de 2016

Reinas sin banda sonora



Vamos de progresores mientras nuestra mente está estancada. 
España, tercer país de trata.

Llenamos nuestra boca con palabras 
como "independencia", "democracia", "inmigración", 
y nos colgamos la chapita de idealistas 
por no querer ver la realidad.

Hoy una mujer ha sido violada 40 veces.
Y preferimos hablar de Trump,
llenar nuestras bocas de saliva egocéntrica,
ver como se llenan nuestros bolsillos
y creernos justos.

Defendemos los derechos de los animales con nuestra alma
y nos olvidamos de las personas.
Mercancía: Manuela, 15 años, peruana,
dignidad arrebatada.

Nuestra mayor preocupación son las notas,
nuestra pareja,
el dolor de muelas,
la traición de nuestra mejor amiga.
Qué coño sabremos de la soledad.
¿Cuánto cuestas? 70$ la hora, más la inocencia, más la esclavitud, más el hambre, más la espalda de su familia, más el frío, más el temor, más las palizas...

Cuanta más demanda, más oferta.
Han violado a las niñas dándole nombre de prostitución porque se paga,
pero ellas nunca ganaron nada.
Pasamos por su lado señalándolas,
juzgándolas por ofrecer aquello que reclaman
nuestro profesor, un abogado y un policía.
Compramos lo que no se puede pagar.

Nunca han anunciado la muerte de las prostitutas.
Ya no son humanas,
sino los desechos de aquello que consideramos digno.
En realidad, son las guerreras del siglo XXI.
Pero a la venta.
Noticia: Una mujer se ha echado ácido en la cara para salir del comercio de la carne.

Tú mi objeto, tú mi querida.
Tú basura, tú diamante.
Tú mi puta, tú mi princesa.
Tú trabajadora, tú violada.
Tú mía, tú mía.
TÚ MÍA.

Os pondría una pistola en la cabeza por perpetuar la muerte traficada
de cada chica que usasteis por placer,
por babosos,
por cabrones.

Porque es más importante una corrida que su libertad.

¿Cuánto pagas por su silencio bajo tu polla?

lunes, 9 de mayo de 2016

"La vida es así"



Se aferra a diferentes manos.
En ocasiones grande pero invisible,
otras veces pequeño pero perceptible:
todo depende del dinero del que lame cada bolsillo.

Es la comisura de cada sonrisa hipócrita,
los tropezones de un ciego,
lo que esconde una corbata apretada,
pero también la mirada de aquellos que van de libertarios.

Tiene el engaño por vestido
y la rabia de corona.

Lleva tatuados en su nuca triunfos podridos.
Saca a pasear a la manipulación
tres veces por semana a las cinco en punto.

Duerme en cada colchón
con muelles de la libertad de elección.
No nos deja dormir, a algunos.
Deja dormir a los codiciosos.
No nos deja dormir, a los buenos.

La injusticia en su estado puro.

jueves, 21 de abril de 2016

Buenos días mi amor:



Te he guardado una cosita entre mis ruinas,
un trocito de esperanza
que me has cosido tú misma.

Duermes a mi lado y casi sin quererlo,
hemos construido un hermoso palacio sin murallas,
lleno de amapolas (tus preferidas)
y de esas inseguridades mías
que han terminado mutando en mariposa.

He pensado en guardarme este momento
para mi nevera vacía,
pero prefiero compartirlo en nuestro sofá.
Te mereces los derechos de autor 
de al menos una poesía que me han inspirado
tus manos ansiosas entre estas sábanas.

Estás preciosa...
¿Cómo es posible que yo sea la única superviviente
capaz de ver en el verde de tus ojos
este oásis en medio del desierto Soledad?
Están ciegos mi amor. No les hagas caso.

Si es que al final,
he terminado enamorada no solo de ti,
sino de mí misma
cuando me encuentro contigo.

Dulces sueños mi amor.

lunes, 11 de abril de 2016

Querido Madrid:



Madrid tiene un aroma agridulce.

Tan pronto como ves a un mendigo, observas pasar a un hombre con ojeras y corbata. Al momento en el que ves una prostituta vender la carne desde un escaparate de desesperación también ves a una mujer con abrigo de piel pasar por su lado.



En el mismo espacio, en el mismo momento, en el mismo sitio.



Dos personas completamente diferentes compartiendo sin querer el mismo aliento.

Es abrumador pensar que aquí la realidad resulta tan cruda.



Supongo que al final te acostumbras a dormirte con la nana de este caos cruzando por tu mirada indiferente, pero aún así, sigues chocandote con sus pasos y compartiendo camino, como si fuese normal este frío que atraviesa la distancia de soledades tan lejanas.



Cuesta comprender como uno puede habituarse a correr siempre para llegar a conocerse a sí mismo entre tanta gente, en este frenetismo que no te permite detenerte y disfrutar del instante. Hay tantas tonalidades de grises que he preferido quedarme ciega a que absorban todos mis colores. No puedo señalar a alguien y decir "es él" o "es ella". Todo es un vaivén de vidas que tratan de rozarse lo mínimo posible. ¡Y así no hay nadie que decida quedarse!



 Querido Madrid, guarda bien a tu gente, que yo entre tus calles no puedo tenerme.




sábado, 19 de marzo de 2016

Vuelvo a repetirme


Sobre mi pecho hay un muro infranqueable que no recuerdo cómo cruzar.
Me han escrito unos ángeles desde el cariño,
diciéndome que no entienden muy bien cómo llegar a mis atardeceres.

Sé que no pueden ver mis flaquezas,
pero pueden leerlas en cada palabra que escribo al husmear las esquinas.

Trato de forzarme a romper mis barreras,
sin embargo, cada vez que comienzo a hacerlo
mi mente se desconecta,
deja a mis sentimientos flotando a la deriva
y penetro en un vacío profundo que no me permite sentir la vida.

Me asusta pensar que ya lo he dado todo de mí.
Todo lo que estoy dispuesta a dar normalmente.
De aquí en adelante lo que me queda es marcharme (no huir)
o permitir que el aburrimiento atrape mi ilusión.

Estoy llena de tristeza,
porque mi mente se empeña en darle fin a algo que nada más comienza.
Yo no quiero que acabe,
pero por otro lado,
no quiero permitir que el tiempo destroce algo tan hermoso.

Nunca estuve dispuesta a perder de nuevo.

viernes, 11 de marzo de 2016

Radicales por la paz



Curiosa la manía de dar nombre de radicales a los que luchan por la paz.

No sé si será porque los años pasan, por decidir usar las vendas de los ojos para curar mis heridas o por la cada vez más persistente indiferencia de los borregos; quizás por todos, pero cada vez descubro más personas señalando nuestro vientre descubierto porque no somos partidarias de refugiarnos en el dolor de una opresión. Prefiero que me saquen los dientes a vivir sin lengua.

Hace poco descubrí que nunca mereció la pena ser tolerante con los intolerantes. Que yo no soy "santa teresa", que no es mi misión salvar sus almas permitiendo con ello que hechen la mía a sus impolutos pies. Pies privilegiados que nunca han necesitado limpiarse, que la sociedad pule su piel cual dioses del Olimpo.

Todas las almas mediadoras huyen nada más ver una chispa de lucha, y nuestros ojos están ardiendo por la rabia. Por eso somoos quemadas en la plaza, por negarnos a permitir ser libres a aquellos que nos tienen encarcelados. Aquellos que necesitan justificarse porque saben que lo que hacen no es correcto. Y sonríen, porque tienen un gran ejército, enclenques todos, que sufren el síndrome de estocolmo, al tener secuestrados sus derechos más sagrados.

Piensan que odiamos por odiar, cuando lo que hacemos es odiar por amor. Por amar nuestra vida, nuestros corazones, nuestros amigos, nuestro hogar, nuestros sueños, nuestra voz. Sobre todo por nuestra voz.

Os han comido la cabeza, y vivís traicionándoos a vosotros mismos, negándoos a creer que las personas que se creen libres son las más esclavizadas.

"Antes todo era peor" decís con desesperación. "Sí, queridos, antes era peor, pero eso no significa que ahora esté bien" Dejáis que el conformismo os coma el coño. Porque ¿cómo enfadar a vuestro príncipe azul, a vuestro jefe? ¿Cómo os van a querer si os negáis a obedecer otras voces y escucháis la vuestra?

Dicen que la libertad se paga con la soledad.
Pero prefiero ser mía sola,
que no tenerme nunca en compañía.

Radicales por la paz.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Dejé hace tiempo de ser objetiva con tus ojos.
No puedo hacerlo si en lo que me empeño es en protegerte del dolor 
a través del sufrimiento.

De todos modos, 
no deseas escuchar a nadie desde hace tiempo.
y comienzo a sospechar
que es porque no puedes oirte a ti misma
si no es en forma de compasión.

Te consumes con tus propios pensamientos.
Y no hay nadie que pueda rescatarte de tus preguntas.
Nadie que venga a salvarte.
Nadie que acune tus miedos 
sin utilizar tus manos en forma de salvavidas.

Tus borracheras son como un cartel de socorro
entre tus dientes,
como un intento de vuelo sin alas.
Creo que ni siquiera a mí debes escucharme.

No, no debes hacerlo.
Eso sería precisamente ir en contra de mis consejos:
Debes aprender a escuchar hacia dentro, 
porque tus heridas no se pueden coser desde fuera.

lunes, 29 de febrero de 2016

¡Cobarde!

Todos tenemos miedo.
Pero eso no nos hace cobardes.

Siempre termino cayendo en las mismas inseguridades.
Pero esta vez es diferente;
en vez de rehuir,
los busco para guardarlos en el bolsillo trasero de mis vaqueros oscuros.
Eso no nos hace cobardes.

Aquellos que son buenos guerreros
no necesitan luchar.
Saben hasta dónde llega su poder,
y no necesitan ser recordados
por aquellos que perdieron.
Eso no nos hace cobardes.

Ha vuelto a llover en mi habitación.
He decidido usar el agua,
no para ahogarme,
sino para limpiar todos los miedos 
que han quedado de adorno en esta pálida pared.
Eso no nos hace cobardes.

Ser valiente no significa no tener miedo,
sino saber que hay algo más importante que estar asustado.

Eso no es, y nunca será de cobardes.

jueves, 25 de febrero de 2016

Las dos caras del mismo miedo


-¿A dónde vas?
-Vengo de mis ganas de tenerte.
-Odio que nuestras conversaciones se hayan convertido en cascarones vacíos.
-Ahora me siento cómoda ante el nerviosismo de tus palabras.
-Estoy cansado de tus imprudencias.
-Antes amabas mi locura.
-¿Qué ha pasado?
-¿Qué te ha pasado?
-Esto no tiene sentido...
-Y yo, de mientras, te sigo queriendo.
-Pero si ya ni siquiera hacemos el amor.
-Qué quieres que haga, no me abres las puertas de tus ojos, y así es difícil saber con quién estoy durmiendo.
-Quería necesitarte.
-Pues yo, te necesito ahora. Y tú te has marchado hace tiempo.

domingo, 21 de febrero de 2016

miércoles, 10 de febrero de 2016

Él no quiere saber de celos a distancia
que no tengan una fecha de vuelta
tatuado en su lengua.

Odia ver el vértigo de tres años sin bozal,
y ahora sentirse correa,
por no poder dar libertad a los ladridos
plagados de promesas del pasado.

Prefiere hacerse creer a sí mismo miles de cuentos
que solo sirven para recordarla
sin parecer que la hecha de menos.

Trata de pasar página,
cerrar el libro,
quemarlo,
hacer con sus cenizas un fuerte
donde ninguna otra mujer deshaga 
la forma de sus manos al sostenerse.

Pero ella está ahí,
arropada con esos deseos futuros
que ahora se encuentran perdidos,
sin llegar a ningún lugar.

Él no recuerda
que para dejar atrás a alguien,
no debe recordarse a sí mismo olvidarla.

Y ella menos.

sábado, 6 de febrero de 2016

Ocho versos sin punto final

Nací entre cuatro palabras.
Pequeña.
Gritona.
Arrugada.
Mirari.
Es fácil ser libre cuando no tratan de inyectarte miedos que no te pertenecen.

Crecí entre cuatro paredes verdes.

Ellas guardan todos los ronquidos y sueños renacientes.
Mi cabezoneria no cabe en este refugio,
hecho de fuertes que voy destruyendo.
Yo solita.

Caí entre cuatro libros.

Esperanzas en modo de silencio porque me aterroriza no ser comprendida.
Unos cuantos suspensos sobre mi mesa.
Pero aún se lee entre líneas del dolor:
"Sé que he nacido para algo mejor"



Levanté entre cuatro bolígrafos y una nueva ciudad.
Ellos tenían fe. En mí.
Mis balas son de papel y ni siquiera recuerdo qué tropiezo las cosió.
Mi única opción es seguir, yo decido cómo.

Amé entro cuatro ventanas de viejos autobuses.

Vuelvo a caer en el engaño.
No soy tan valiente como creía.
Los planes cambian:
Hay que aprender a vivir y
a descubrirnos en las grietas
que nos cegaron.

Curé entre las cuatro vendas que trataban de ahogarme.

Sigo sin hacerlo todo bien.
Comienzo a mirarme con otros ojos.
Estoy luchando por mí, y no por lo que otros ven.
Hace falta coraje para admitir que no estás bien.
Debo estar preparada para aquello que me está alcanzando.
(Mi corazón)

Futuro.

Cicatrices sin cerrar.
Nuevas heridas.
Una sonrisa por bandera.
De las de verdad.
Imagínate usar mi fuerza,
en vez de para destruirme,
para sentirme heroina.
Esa superhéroe que ya está en mi interior.
No confundáis, no me he rendido,
solo descanso para saltar más alto.

Volví entre cuatro palabras.

Fuerte.
Dulce.
Ilusionada.
Mirari.
Visitar el pasado no significa volver atrás

jueves, 28 de enero de 2016

Sortean mi vida


Esta no es mas que una voz mas de este mar de gritos de rabiosos. El problema es que no se nos entiende si no nos unimos y creamos un huracán perfecto contra las tierras que quieren degradar nuestra dignidad para hacernos más pequeños.

Que ellos no son mas que una isla desértica que se ha convertido oasis por las gotas de nuestro sudor y nuestras lágrimas. Porque lo único que han hecho ha sido usar sus propias cadenas como latigazos para cegarnos con todas la manipulación y que ni siquiera nos creamos a nosotros mismos.

Y así no hay quien pueda luchar.

Inconscientes, pagamos el dolor que ellos provocan con nuestros pequeños egoísmos personales. Han camuflado el objeto de la desgracia y la han escondido entre programas basura, pornografía y mentiras. Muchas mentiras.
La calle huele a desesperación, a la impotencia de tener todas las armas y no saber cómo  usarlas, cómo  acabar con el miedo y la sumisión.
Auto conciencia.
Organización.
Lucha. 
Dignidad.
Con lo que se esta jugando es con nuestra vida.

sábado, 23 de enero de 2016

Tres vagones de más

Desde que te he conocido,
he dejado de escribir.
Como si la poesía tuviese ya suficientes atentados
con tus ojos en forma de sonrisa.

Hace tiempo
que me cansé de correr con los ojos cerrados,
por callejuelas que me conducen a lenguas
que nunca recuerdan las 6 letras de mi nombre.
Quiero incendiar la ciudad por tu mirada
para descubrir en tus ojos parte del desastre natural de mi locura.

He estado años
esperando en el frío banco de esta estación,
y ahora me doy cuenta
de que nunca puse mi pie sobre ningún tren.
Tengo un corsé de cotinadeidad
que solo tus largos dedos pueden desabrochar.

Sin embargo,
no podré prometerte "para siempre"s.
Ahora no.
Aunque hay una forma de que me quede habitando
en esta piel salvaje.

Cuando veas que mis piernas tiemblan,
cógeme de la mano,
y no me sostengas jamás.

Sé que quizás es mucho pedir,
solo hasta los sueños que puedas soportar.
Pero estoy aprendiendo a amar,
y ahora sí
debo empezar por mí misma.

A pesar de todo,
juro que no te arrepentirás.
Te lo dice alguien que ha sufrido mis peores huidas,
y se ha coronado con lágrimas de felicidad.
Merece la pena.
Mereces la pena.
Merezco la pena.
Merecemos las penas y alegrías,
que la poesía nunca se atreverá a arrebatar.


jueves, 21 de enero de 2016


Los momentos abrocchan el tiempo con sus mejores galas 
y hacen de la vida algo que merezca la pena recordar. 
Nada mejor que hacerlo poniéndole diferentes apellidos a las costuras de otras manos 
que te ayuden a cosserte las alas.

Disfruta. Déjate soñar.

jueves, 7 de enero de 2016

Esta(mo)s acabado(s)



Toc, toc, toc.

Otra disculpa más no por favor.

Dices que me echas de menos,
y de pronto has olvidado 
que no fue el alcohol
el único que dejó rastro en tus labios
el jueves anterior.

Creí que sabrías negociar con tus deseos,
pero parece que no,
porque me estás perdiendo 
y no te ha dado tiempo ni ha reconocerlo.

Te abro.
Tienes los ojos temblorosos
y la voz llorosa.
Mierda.
¿En serio esperas que me lo crea de nuevo?

Al final,
en éste final,
éste es el final,
lo más triste es que lo que más he aprendido de ti,
a las terribles,
es que somos más lo que hacemos que lo que decimos.

Cierra la puerta cuando te des cuenta de que este ya no es tu hogar.

viernes, 1 de enero de 2016

Querido 2016:

Ojalá me enseñes a no darle tanta importancia a lo que dicen los demás, a aprender a ponerme a mí misma antes que a otros, a dejar de lado futuros imposibles porque estoy obsesionada con el pasado. Me martiriza entrar en un bar y no poder hablar con nadie cuando los conozco a todos.

Siento que mi valor cambia dependiendo del número de personas que se encuentran en mi vida. Creo que en el momento en el que la gente empezó a hablar de mí (para bien o para mal) mi vida comenzó a parecerme una cárcel que intentaba encajar en rejas que no eran mías. Y desde entonces sigue siendo así.

No soy tan estúpida como para no darme cuenta de que me aterrorizan las palabras ajenas por la decepción que pueda causar en ellos. Es como si me anulara a mí misma, y ya no estoy segura de quién está ahí por gusto.

Dependo de las personas de mi pasado por creer que debería haberme llevado bien con ellos, que el error está en mí. Pero no es mi culpa. Me cuesta dejar de imaginarme futuros imposibles en los que ellos tengan algo que decir. En resumen; he dejado mi vida en sus manos.

Sin embargo, en realidad, no tienen nada que decir de mi vida, porque ya les doy igual. Hace mucho tiempo que no formo parte de la suya. ¿Y entonces, por qué no puedo dejarlos ir si nunca he estado con ellos?

Quiero dejar de desearme a través de los ojos de los demás. Yo soy entera, cuando no me estoy relacionando con otros. Tengo una vida en la que debo caber también yo. Soy yo la persona más importante de mi existencia. Aunque sigo sin creérmelo del todo.

Así que te pido, mi querido 2016, que realmente me enseñes a depender menos de los demás para poder valorarme por mí misma.

Cruzo los dedos.