Miopes de la realidad

Temo las palabras que brotan de mis sentimientos.

¿Una zorra con corazón? ¿Donde?

¿Estás preparada para descubrir que esta muñequita tiene corazón? Con mi perfume barato coloco todas mis mentiras y oculto mi vergüenza. Desearía ser la voz rota que corta corazones ajenos, pero el profundo silencio perpetúa mi dolor solitario. Dame esa vida que me merezco. Esa que espera rozando sus manos mi precipitada caida.

Robo miles de vidas que torturan mi áspera existencia. Siento que no puedo amar, porque el amor es un arma suicida. Vacía y desecha; por mi mente cruza una efímera imagen de una mujer desterrada que sigue ocultándose entre los crueles pinchazos de la lluvia.

Ya no seré la novia de este cuento, sino la puta que arruinó tu matrimonio. Ciño en mi cintura la mismísima maldad porque encuentro demasiadas almas mudas que pueda consolar la bondad. Es el mismo cuento de cuando era pequeña, solo que ahora, en vez de sonrisas, caen lágrimas malcriadas.

Confieso que te quiero por el simple placer de seguir interpretando un papel que no me corresponde. Quisiera dártelo todo, pero lo cierto es que tan solo me pertenece la nada. Así que seguiré caminado en las pesadas ruinas de la soledad para golpear de nuevo a mi perdida alma y hacerme con ella el traje del olvido, para quedar atrás y que a nadie le duela nada.

Vacío de vida

 

Los segundos son pequeños agujeros vacíos que toman hueco en mi alma. Recuesto mis sonrisas y me apoyo en la ventana a soñar con un mundo maligno y oscuro. No puedo evitarlo. Huyo del pasado, me ciego con el presente y veo un futuro oscuro, ocupado por deseos que nunca serán llevados a cabo.

Mi existencia no significa nada. Es como una pluma que danza en el viento. No sabes de donde procede, ni de quién es... tan solo sabes que pasará, y que algún día quedará fulminado formando el polvo blanquecino. 

Sé donde están marcados mis últimos latidos felices. Conozco el final de este cuento rosado de memoria, cosido ya en mis venas por el tiempo y la experiencia. Y lo cierto es, que me niego a aceptarlo. Prefiero cerrar los ojos y tirar del tiempo con hilos delicados hasta que mi pasado quede anclado en mi presente. 

Y no despertar nunca. Como vivir en vela de los sueños para escapar también de las pesadillas. Abrumada me siento, al descubrir la inmensidad de la vida, y lo pronto que deseo desecharla. Voy encontrando incomprensión por cada esquina, hasta el punto de no comprenderme ni a mí misma.

Prefiero morir a no vivir nunca.

Egoismo Bondadoso

El humo hondea en el aire de mi habitación y entre caladas, tus palabras penetran en mi interior. La soledad gatea por los suburbios de mi inconsciencia. Reclamas mi presencia con unas leves palabras desahuciadas.

Libros desordenados que guardan palabras celestiales, ocupan el espacio de la indiferencia. La música ardiente adormece la realidad, flotando en nuestros sueños y yo descompongo a tiras citas grabadas en las ilusiones de nuestras mortíferas traiciones.

Soy la maestra de la demencia, buscando un lugar irreal donde aparcar mi alma. No agradezco tener vida, sino la oportunidad de que sea domada por mis inestables sentidos. Instantes desparramados por mi memoria refractan películas porno de los 60. Realmente no deseo saber lo que es bueno para mí, porque sé que esa sabiduría pertenece tan solo a los respiros petrificados de la belleza pura.

Las sonorizaciones de la infelicidad están forzadas a plagiar sentimientos. Olvídalas. Al fin he comprendido que mi felicidad es solo mía, y que tan solo podré encontrarla viviendo a mi manera, en plena libertad de mí misma.

La soledad es el juez que sentencia mis errores y me condena a la horca de mis delirios.