viernes, 20 de febrero de 2015

¿Te quedarías?


Supongo que es verdad eso de que no se me dan bien los líos de una noche desde que me desvestiste la mente. Son las 5 de la madrugada, y siento un gran vacío en este bar abarrotado; ninguno de los presentes me interesa tanto como tú. Pero esta noche has decidido resguardar tu sonrisa de mí, aunque quizás, yo misma lo elegí.

Ojalá estuvieses aquí. Necesito un chupito más, para sentir el calor que hoy no emanará mi cama. Podría ser todo lo qe quisiera, pero no existe nada que desee más que volar de tu mano. Sin embargo, algo falló en el camino, porque ahora no te encuentras aquí, y no habrá nadie que me deseará las buenas noches en las próximas horas.

La música a todo trapo rebota en mi pecho, sin esperar que aparezcas por la puerta. Hoy no quiero que nadie se lleve mis besos; me necesito más que nunca desde que no estás. En ocasiones sueño con que me tropiezo con tu sonrisa y te hago temblar un poquito; entonces recuerdo que no estás aquí, y caigo aún más fuerte. Nunca me he llevado bien con la realidad de todos modos.

Te encontré cuando me estaba buscando a mí misma, y ahora no puedo alejarme de ti si no te llevas contigo un pedazo de mí. "Te estás destrozando la vida". Lo sé. Pero no es por no tenerte, sino por no tener el valor de pronunciarlo en alto. Cuando te miro, soy consciente de que tengo delante mío lo que deseo, pero ¿Si te pidiese que te quedases esta noche, lo harías?

miércoles, 18 de febrero de 2015

A destiempo


El frío de mi cama vuelve a ahogarme de tristeza. Vaya ironía, nunca has estado aquí y no sé cómo, sigo echándote de menos. No existe mayor dolor que los celos injustificados. Me armo de errores y de culpa... porque sí, siempre termino siendo yo la que huye por las callejuelas de las inseguridades; llevo años sintiéndome más cómoda entre la espesura del chaparrón que secándome al sol.

Siempre llego descoordinada, y de nuevo, se me está haciendo demasiado tarde. Pero de todos modos, no existe hora de cierre para los sentimientos, así que de poco sirve justificarnos. Aquí fui yo la cobarde, pero no me buscaste de todos modos, y llegué a creerme que no tenía derecho a amores que duraran más allá que una noche de borrachera. Aún nadie me ha demostrado lo contrario.

En ocasiones escucho de tus murmuros en otras bocas, y me muero por acercarme de nuevo y escucharlo de tu voz. Intenté hacerlo lo mejor que pude, pero el miedo me echó un pulso a tus espaldas, y pudo más el temor de protegerme del dolor que de arriesgarlo todo. Fue todo una estafa. Porque la tristeza llegó igual, y yo me adjudiqué la medalla de estúpida por hacer oídos sordos de mis sentimientos.

Los malentendidos me persiguen hasta altas horas de la noche, aunque sigo sin encontrarte, sin tenerte conmigo. Quizás ya no quieras visitarme, quizás lo único que ocurre es que no desees buscarme. Tu silencio es mi propia tortura, pero supongo que me lo merezco, por presuponer distancias que solo habían dibujado mis pensamientos. 

Ni en presente ni en pasado he llegado a conocer nunca tus pensamientos, y he errado aferrándome al dolor de perder algo que nunca me ha pertenecido. Pero ahora ya, no temo las caidas, porque ya es suficiente castigo no conocer ningún rastro de tu presencia. Que fue mi culpa, que sí... pero que eso no significa que quisiese hacerlo. Porque fue todo una gran confusión que no me ha conducido a ningún lado.

Por si decides dejarme entrar, o no sé, volver a intentarlo quizás, sigo por aquí, nunca me he ido a ningún lado, lo dejo en tus manos... Me dejo en tus manos.

sábado, 14 de febrero de 2015

Versos demasiado amargos para tragarlos

Abandoné la carrera, porque odiaba perseguir tus huellas sin que tú fueses capaz de volver la vista para mirarme. Y ahora me encuentro aquí, perdiendo la cabeza porque te siento cerca cuando te encuentras a miles de kilómetros de mis sentimientos. Ojalá esto fuese tan sencillo como lo es sonreír a tu lado.

Me visto de dignidad inexistente y camino hacia la puerta, aunque no quiero huir, solo darte la espalda para saber si vendrías a buscarme. Mis días se están haciendo eternos, y trato de aferrarme a todo lo que no lleve impreso tu nombre para que no sea capaz de perder más carreras absurdas que no hacen más que dar vueltas. ¿Donde escondiste tu meta?

Vi la magia en tu mirada, y me di de bruces con la realidad cuando supe que sin ella, todo sería una pesadilla. Ahora me esfuerzo por mirarte a los ojos sin desbordarme por la realidad. En ocasiones las casualidades son crueles, pero supongo que en el fondo, me lo he buscado por no querer ver lo que transmitían tus abrazos. Porque nunca me diste uno. Pero no fueron necesarios para hacerme perder el norte, la realidad, las madrugadas y miles de sonidos ojerosos.

Me han contado de esperanzas, de ilusiones que dibujan tus dedos en las tímidas madrugadas, mientras yo no hacía más que recopilar pensamientos sobre el sonido de mi nombre en tus labios. 

Mi hermano me ha acusado de perder la cabeza por tu cordura, y juro que ha contado cada paso de huida que he dado al conocer tu paradero. Ojalá encontrases cada respuesta en las letras de mi nombre, pero parece que he quedado como un borrón olvidado en un cuarto que siempre estuvo vacío. Te regalo mis poesías... duele demasiado reconocerte en cada verso.

He forzado a mis pies lastrosos a visitar otro bar donde refugiar mi tristeza, pero sigo mirando por mi ventana, preguntando con disimulo si la luz de la tuya sigue parpadeando o ya la has sustituido por otra maraña de tacones ajenos.

¿Cuánto tardarás en olvidarme? O pero quizás... ¿lo has hecho ya?

viernes, 13 de febrero de 2015

Así de simple

Intento buscar el perdón entre agujeros de nuestras conversaciones distantes, y solo encuentro que no me buscas. Mi voz, estaba temblando, pero no lo notaste ni siquiera un poquito, y te sentiste tan herida por no poder ayudarme, que recreaste la ilusión de que te odiaba.

Me he sentido muy sola ultimamente. Y pensé que quizás, algunas veces recordabas mi nombre, como de pasada entre rojos semáforos y caras de metro. Pero supongo que no es así. Me siento herida e incapaz de levantar la voz. Estoy cayendo en todo y agradezco que no me estés viendo.

Siempre es mi culpa. Te vas y no me dejas encontrarte, y yo sigo buscando, hasta que te encuentro para descubrir que solo me coges la mano cuando lo necesitas. Estoy cansada de sostenerte y que tú te resbales de mis llemas cuando no sientes que perteneces a mi vida.

Cada una ha dado pasos de terciopelo... en dirección contraria, y tú más grandes que toda mi tristeza de perderte. Todo se ve muy opaco cuando la distancia nos abruma. Sin embargo, tú quisiste engañarte, "busco la libertad" dijiste. Cuando lo único que querías era ser libre de lo que implicaba quererme. Porque al final, no engañas a nadie; la libertad es un sentimiento que se encuentra en nuestro rincón más oculto, y no es necesario huir tan lejos para alcanzarlo.

Deja de mentir, y yo dejaré de perdonarte. Es así de simple.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Viejos amigos. Nuevas almas.


Ha pasado el tiempo y ya no te almacenaba en mis recuerdos. Y entonces has decidido aparecer, con esa sonrisa de borrachera y la mirada clara de un niño pequeño. "Una caña por los buenos tiempos".

No sabía que yo había cambiado tanto. Excusamos nuestra ausencia preguntando sobre presentes mientras recordamos a contracorriente nuestro pasado. Es agradable sentirse abrigado por una mirada del ayer.

El tiempo nos enseñó a apreciarnos, a apreciar ese pasado compartido que nos aportó tanto. Y ahora, nos queremos, como aquel que quiere al hermano que perdió hace años.

Es importante recordar a quienes una vez nos dibujaron sonrisas, para ser conscientes de que hemos sido parte de un momento, de una vida que pudo cambiarlo todo madurando, y en efecto lo hizo, ahora al fin, para mejorarlo.

Y aunque oigo poco de tus palabras y aun menos de tus actos, quiero quesepas que siempre estoy ahí. Y que mi cariño no podrá cambiar por todo aquello que nos enseñó la vida mientras la dejábamos pasar sentados en el mismo frío suelo. Juntos, aunque sea en los recuerdos.

lunes, 9 de febrero de 2015

Abrázame las heridas


Dijiste que estarías aquí y no te encuentro en ningún lado. Tus promesas no valen nada cuando el presente te encarcela en sus miedos. Juro que luché por que esto cambiase, pero tú no quisiste ceder el lado de tu corazón que se encontraba intacto, y ahora el roce de los rotos te está martirizando.


Qué facil es buscar culpables cuando no queremos ser responsables de nuestro propio dolor. Pero no te preocupes, no te recriminaré nada. Sé que a la persona que más daño estás causando es a ti misma, y creo que con eso, tienes más que suficiente. Aunque ojalá algún día puedas sostener mi mirada sin sentirte avergonzada de tu realidad. 

Creo que te cuesta comprender lo hermosa que eres. Te quiero en mi vida durante mucho tiempo más, y me duele no poder forzarte a ello. Pero prefiero verte sonreir a los lejos que derramando rabia y lágrimas agridulces cerca. Sin embargo, pondría mi mano en el pecho, y en todos los pájaros que dibujaste sobre mi piel, que esto no te hace feliz en absoluto. Temo que estés esperando a que alguien vaya a rescatarte... porque aquí estoy yo para eso, y no me estás haciendo caso. ¿Sigues enamorada de la autodestrucción? 

Me has desordenado la vida de forma en la que no tenga base donde alzar mis esperanzas, cuando este dolor puede terminar en nuestras manos, sin salir de nuestra cama siquiera. Sé que todo esto fue inesperado, y quizás por ello, algo torpe. Pero de pronto, me he descubierto sonriendo recordando tus ojos, y he sabido que era el camino correcto. Y ahora que es mío, quiero protegerlo. Tú también. Deja de engañarte y ven a sentarte aquí, que no soy capaz de imaginar que aquellas palabras de anochecer invernal eran inventadas. Haré un poco de chocolate si quieres... Pero ven, ven. Que entre las dos podemos cosernos las heridas, y dejar de temer al futuro... esta vez juntas.

domingo, 8 de febrero de 2015

jueves, 5 de febrero de 2015

Hacia la perfección en dirección contraria


La mañana es clara, el aire caliente y los semáforos parpadean en tránsito. Quedan testigos de la velada nocturna, guardados en botellas vacías. Él se levanta, con el pelo revuelto y sin camiseta. Se acerca a la puerta y gira la cabeza para verme, en la cama, hablando sobre planes futuros del día. Sale del cuarto dejando la puerta abierta, y deja que entre un poco de polvo.

Las risas han dejado manchado cada resquicio de mi mente, en este viejo motel que nos conduce a una vida próxima. Siempre me han gustado las camas a media carretera. Me da la sensación de que son un paso adelante hacia el futuro, una aceptación mutua de no dejar que el pasado nos persiga. Oigo su risa y el viento que lo arrastra hacia mis oidos.

No es un hotel encantador. De echo, este lugar es más bien una pocilga, pero al igual que nuestra relación, la perfección queda muy lejos de lo que buscamos en la vida. Lo veo bailar entre palabras amables y sinceras, y me sorprendo sin contar las horas, cediendo ante la vida.

Oigo el motor del coche arrancar, pero sé que no se va a ningún lado. Vuelve a empezar de nuevo este camino desde el punto muerto donde decidimos arrastrar nuestro destino. Asoma su rostro por la ventana y parpadea al descubrir que yo sigo exactamente en la misma postura que tenía antes. Estoy disfrutando. La vida resulta muy sencilla cuando nos lo proponemos. Dejadme disfrutar de este descubrimiento un poco más.

"¿Estás preparada?" "Oh, llevo preparada para esto toda la vida"
Uno no puede ganar una guerra si no participa en ella.

domingo, 1 de febrero de 2015

¡Al fin algo!


Un murmullo de gente desordena mis latidos. La noche es fresca, palpitante. Una canción comienza a sonar y mi mirada se escabulle por un corto periodo de segundos tratando de sobrevivir a mi propia autodestrucción. Hacía tiempo que no sentía tan incrustado en mis venas un instante. Morimos y renacemos rápido, y todo lo que queda por el camino, lo he olvidado hace tiempo. Todo se está rompiendo, como siempre, pero esta vez, soy yo quien se encuentra perdida sin manos a los que quiera sostenerme. He perdido el rumbo entre Dios y Elvis y adrenalina y cigarrillos y silencio, y aquellos que conocieron una vez este lugar, no volverán jamás; en las espinas no crece ninguna rosa. 

Las uniones celestiales solo causan efecto en el infierno, y quien lo niegue, miente por confusión o por gilipollas. Las dos son válidas. Este rincón del universo arde como el demonio, y ya no se ven más ángeles disfrazados. Una canción agujerea un poquito mis sentidos. Una canción horrible, que me hace encarnizar los sentimientos más bellos y siniestros. Hacía tiempo que no sentía el aliento de la muerte en mi nuca, y joder, se siente bien, se siente muy vivo. No sé qué coño perdí por el camino, ni siquiera recuerdo donde me dejé a mí misma, pero ahora mismo me la suda, ya nadie desea robar nada a alguien que ha ardido junto con su propia cordura.