Ojalá, nos hubiésemos acordado de ello cuando repartimos nuestros vienes. Pero nadie dijo nada, porque el vertigo que sentía era demasiado denso, y el suelo nunca ha sido muy sólido bajo mis pies.
Y sin embargo, ahora comprendo que me quedé con lo más fascinante y doloroso de ti... o de mis recuerdos, porque en cada latido, hace acto de presencia tu sonrisa en mi almohada. Aunque estoy segura de que si tuviese mi propio corazón, cosido a mi alma, te recordaría igual-igual.
No se puede olvidar con tanta facilidad a la única persona que en un suspiro, te ha hecho creer en la magia de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario