viernes, 17 de febrero de 2017

Renuncio.


Soy la bandera de la paz entre dos cuerpos en guerra.
Se creen salvadores de la verdad, cada uno por su lado y los dos tienen razón. Pero piensan que las diferentes armaduras no esconden el mismo cuerpo de carne, de huesos y  de sangre;
los dos luchan por la misma victoria, se pierden en la misma batalla.

Yo soy la semilla del nacimiento, la espada de la muerte, el canto del pájaro descoordinado, el paréntesis de mil semáforos en rojo.
Si no elijo, no soy de ninguno y a la vez, pertenezco a todos.
Las aves que proceden de distintos nidos vuelan en el mismo cielo. Me pregunto por qué yo no soy un pájaro más, en vez de el aire escurridizo que corre entre diferentes mundos. Como un camaleón sin más destino que los deseos sucedáneos.

Si la libertad consiste en serlo todo, en no definirme por nada, no lo quiero.
Renuncio.
Yo quiero mi propia guerra, y no ser el complemento de las guerras de todos aquellos que decidieron amarme un día.