lunes, 29 de febrero de 2016

¡Cobarde!

Todos tenemos miedo.
Pero eso no nos hace cobardes.

Siempre termino cayendo en las mismas inseguridades.
Pero esta vez es diferente;
en vez de rehuir,
los busco para guardarlos en el bolsillo trasero de mis vaqueros oscuros.
Eso no nos hace cobardes.

Aquellos que son buenos guerreros
no necesitan luchar.
Saben hasta dónde llega su poder,
y no necesitan ser recordados
por aquellos que perdieron.
Eso no nos hace cobardes.

Ha vuelto a llover en mi habitación.
He decidido usar el agua,
no para ahogarme,
sino para limpiar todos los miedos 
que han quedado de adorno en esta pálida pared.
Eso no nos hace cobardes.

Ser valiente no significa no tener miedo,
sino saber que hay algo más importante que estar asustado.

Eso no es, y nunca será de cobardes.

jueves, 25 de febrero de 2016

Las dos caras del mismo miedo


-¿A dónde vas?
-Vengo de mis ganas de tenerte.
-Odio que nuestras conversaciones se hayan convertido en cascarones vacíos.
-Ahora me siento cómoda ante el nerviosismo de tus palabras.
-Estoy cansado de tus imprudencias.
-Antes amabas mi locura.
-¿Qué ha pasado?
-¿Qué te ha pasado?
-Esto no tiene sentido...
-Y yo, de mientras, te sigo queriendo.
-Pero si ya ni siquiera hacemos el amor.
-Qué quieres que haga, no me abres las puertas de tus ojos, y así es difícil saber con quién estoy durmiendo.
-Quería necesitarte.
-Pues yo, te necesito ahora. Y tú te has marchado hace tiempo.

domingo, 21 de febrero de 2016

miércoles, 10 de febrero de 2016

Él no quiere saber de celos a distancia
que no tengan una fecha de vuelta
tatuado en su lengua.

Odia ver el vértigo de tres años sin bozal,
y ahora sentirse correa,
por no poder dar libertad a los ladridos
plagados de promesas del pasado.

Prefiere hacerse creer a sí mismo miles de cuentos
que solo sirven para recordarla
sin parecer que la hecha de menos.

Trata de pasar página,
cerrar el libro,
quemarlo,
hacer con sus cenizas un fuerte
donde ninguna otra mujer deshaga 
la forma de sus manos al sostenerse.

Pero ella está ahí,
arropada con esos deseos futuros
que ahora se encuentran perdidos,
sin llegar a ningún lugar.

Él no recuerda
que para dejar atrás a alguien,
no debe recordarse a sí mismo olvidarla.

Y ella menos.

sábado, 6 de febrero de 2016

Ocho versos sin punto final

Nací entre cuatro palabras.
Pequeña.
Gritona.
Arrugada.
Mirari.
Es fácil ser libre cuando no tratan de inyectarte miedos que no te pertenecen.

Crecí entre cuatro paredes verdes.

Ellas guardan todos los ronquidos y sueños renacientes.
Mi cabezoneria no cabe en este refugio,
hecho de fuertes que voy destruyendo.
Yo solita.

Caí entre cuatro libros.

Esperanzas en modo de silencio porque me aterroriza no ser comprendida.
Unos cuantos suspensos sobre mi mesa.
Pero aún se lee entre líneas del dolor:
"Sé que he nacido para algo mejor"



Levanté entre cuatro bolígrafos y una nueva ciudad.
Ellos tenían fe. En mí.
Mis balas son de papel y ni siquiera recuerdo qué tropiezo las cosió.
Mi única opción es seguir, yo decido cómo.

Amé entro cuatro ventanas de viejos autobuses.

Vuelvo a caer en el engaño.
No soy tan valiente como creía.
Los planes cambian:
Hay que aprender a vivir y
a descubrirnos en las grietas
que nos cegaron.

Curé entre las cuatro vendas que trataban de ahogarme.

Sigo sin hacerlo todo bien.
Comienzo a mirarme con otros ojos.
Estoy luchando por mí, y no por lo que otros ven.
Hace falta coraje para admitir que no estás bien.
Debo estar preparada para aquello que me está alcanzando.
(Mi corazón)

Futuro.

Cicatrices sin cerrar.
Nuevas heridas.
Una sonrisa por bandera.
De las de verdad.
Imagínate usar mi fuerza,
en vez de para destruirme,
para sentirme heroina.
Esa superhéroe que ya está en mi interior.
No confundáis, no me he rendido,
solo descanso para saltar más alto.

Volví entre cuatro palabras.

Fuerte.
Dulce.
Ilusionada.
Mirari.
Visitar el pasado no significa volver atrás