viernes, 27 de noviembre de 2015

Una de poesía por favor

Hoy he escuchado tu voz. Mi corazón ha deseado huir cual suicida de los suburbios de mis entrañas. Uno no deja nunca de echar de menos, solo aprende a convivir con ello.

No he podido evitar imaginarme como serás ahora. 
Si seguirás pintándote los labios de rojo poesía.
Si dejas marcados los corazones rotos con las manos llenas de pequeñas explosiones de presentimientos, 
por pasar tantas tardes pintando tus sueños.
Si seguirás siendo mi dama de bares.
Si al fin has aprendido cual es el precio de tu saliva, 
para no vender tu tristeza con un cartel de 2x1 en autoestima.
Si tus clavículas son el punto de encuentro de la libertad cuando va descalza.
Si alguien más vuela ahora sobre las constelaciones situadas al rededor de tu ombligo.
Si aún recuerdas aquel barquito de papel que hiciste arder en mis ojeras 
todas las veces que me he tenido que recordar que debía olvidarte.
Si haces que todos los sabios se sientan tontos niños tropezando con sus sentimientos.
Si tus ojos cambian de color por las cuatro estaciones de una noche.
Si ya he dejado de ser la única que se colgaba de tus bragas azules. 
Si tus movimientos bajo las sábanas blancas en tus despertares siguen siendo 
el vuelo de un pájaro blanco atrapado en la nieve.
Si Neruda supo realmente algo del amor sin conocerte.
Si tus manos acarician despacio los vacíos entre las costillas, 
para no convertir en suicidio una escalada de mente palpitante y corazón pensante.
Si has salvado las ilusiones de alguien más. 
Si tu peor defecto es todavía estar cegada por la luz 
que llevas a balazos en cada esquina de tus lágrimas.
Si alguna vez sospechaste que conocerte fue lo más real que he soñado nunca.
Si tienes esa sonrisa de niña pequeña cuando crees que nadie podía observar a las marionetas de tu voz temblorosa.

Hoy he escuchado tu voz, y me he preguntado, por última vez, si fuimos reales, si fuiste la única persona que he dejado verme llorar en mi vida, 
o fuimos una ilusión de alfiler que agujereó todas nuestras realidades.

jueves, 12 de noviembre de 2015

miércoles, 4 de noviembre de 2015



Hay una niña en mi sueño. Tiene los pies descalzos y una mirada valiente. Sobre ella hay una farola mugrienta que le oculta medio rostro, pero deja las cicatrices de sus manos al aire (han dejado marcados cada uno de sus delitos). Está sola, pero no se siente sola. Lleva puesto un vestido que no le gusta y los labios agrietados de mordiscos por impotencia. Dibuja con sus dedos en el suelo pequeños pasajes que han anidado solo en su cabeza. Sabe que destruirlos sería como matarse a sí misma. Hay una niña en mi sueño, que nunca estuvo más perdida.