martes, 15 de noviembre de 2016

Carta de (des)amor para ti

Soy débil, Sara.

Tus ojos están abiertos como platos observando mi furia, mi enfado injustificado. Mi orgullo sella mi boca, pero lo cierto es que me estoy pudriendo por dentro. He permitido que la soledad dé paso al odio y me está carcomiendo. Estoy tan cansada Sara, tan cansada de luchar para ser normal, que no puedo evitar mis berrinches de niña de cuatro años cuando veo a alguien más triunfar como si la vida no fuese más que un juego.

Te envidio y admiro como ninguna, y tal grandeza me hace pequeña al sentir que nunca seré parte de ella. Ojalá me odiases y me dieses motivos para apartar mi presencia de tu camino, así no tendría que lidiar con esta amargura de vivir a tu sombra. Hace frío aquí. Pero sé que no es culpa tuya. Soy yo y mi armada de inseguridades que no dejan de acribillar tus actos con cinco mentiras. Y es que no lo tienes todo, pero eres todo lo que deseé alguna vez. 


Estoy siendo cruel. Lo sé. 

Mis palabras son balazos que tratan de ponerte al límite para que dejes trasnochar a tus debilidades. No me estoy justificando, solo quiero explicártelo. 

Tu tristeza me da un chute de adrenalina y juro que siento una terrible repulsión hacia mí misma por ello. Porque no me has hecho absolutamente nada, y mi parte racional me empuja a alertarte de que sentirte mal contigo misma por un grito ajeno no sirve para nada. Aunque sea el mío.

Yo soy un absoluto desastre que desconoce qué hace y qué quiere en cada momento. Tú eres el reflejo de todo aquello que nunca alcancé. Y sé que por mucho que lo intente, no lo conseguiré, simplemente porque yo no soy así. Pero dime ¿Cual es el motivo por el que te adore a ti y me sienta tan decepcionada conmigo misma?

Soy débil, Sara.

Perdóname por todo aquello que me queda por hacer(te).