viernes, 31 de octubre de 2014

Encontré tus ojos


Entonces me encontré con tus ojos, y comprendí de pronto, que no pueden existir tantas sombras si no hay luz que ilumine el reflejo de nuestros sueños. Quizás tus ojos estén llorosos, pero guardan la belleza de un ángel desterrado. Dicen del infierno, que el diablo no es un monstruo con cola y cuernos, porque fue uno de los guerreros más hermosos, que se dejó llevar por el amor más puro. Y me descubro imaginándome, contigo bajo el techo de la tierra, y pensando una vez más, que total, la tierra también fue el infierno del cielo. Pero sé que a través de tu mirada no puedo perder nada celestial. ¿Qué sería de nuestra vida si no pudiesemos avivar un poco el dolor para sentirnos humanos?

Encontré tus ojos, y pude ver cada pedazo de mi alma reproducido en tus pupilas. Como un viejo recuerdo al que puedes llamar hogar. Sonreíste, pero yo no puede ver nunca más hallá de tus ojos. En ocasiones no es la belleza de las personas lo que nos deslumbra, sino lo que guardan en la forma natural de sus pestañas. Parecía que almacenabas mis latidos cuidadosamente, con miedo de hacerme daño. Comprendí que no podrías haberlo echo aunque hubieses querido, porque en la inconsciencia de la melodía más profunda de mi alma, ya no me hubiese importado morir por aquel mismo destello, porque no existe una belleza más definida y precisa, que la de la felicidad de tu mirada en mi pequeña existencia.

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