martes, 12 de mayo de 2015

Sobrevivo a base de muertes

Apareces armado, como si la guerra no hubiese comenzado, pero desde aquí puedo ver lo frondosas que son tus heridas. Hemos decidido perder la puta cabeza e ignorar que no se puede vivir de sentimientos. He olvidado lo que es regalar corazones remarcados de acera desgastada. El sexo no vale nada en el recuento, si no eres capaz de numerar ni la mitad de los orgasmos. 

Desde que te conocí, vuelvo a sentir el peso de la soledad... quien lo diría, siento la ausencia de alguien que nunca ha estado, que nunca conocí. He desplegado mis sueños en una rutina nefasta que detesto, pero al menos, así, los domingos no escuecen tanto.

 Leo poesías de corazones rotos, y no me encuentro entre líneas, porque quien no ama no pierde nunca. Pero tampoco gana. Quiero perder la cabeza por alguien que me haga sentirme vulnerable y débil; que venga y me arranque el corazón de un guantazo. Porque no soy parte de nada, de nadie. Cada año aparecen nuevos rostros que no dejan tatuajes en mi lengua. A ver quién es el valiente...

Mi propia indiferencia por mi vida me hace creer que todo es un sueño... y luego te preguntas por qué me da igual todo. No tengo nada que perder; sobrevivo a base de mi propia muerte porque necesito sentir la adrenalina de estar viva. ¿De qué me tengo que preocupar si no me importa ni mi propia vida ya?

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