martes, 6 de enero de 2015

Una oda a la esperanza, por todos aquellos que esta noche se sienten incómodos bajo su propia piel.
Unos segundos de ignorancia, por todas esas maléficas palabras biscosas, que deciden enmarcar la realidad desde la oscuridad. 
Un respiro por esa soledad, que nos calma y nos colma con medallas opresoras y libertarias; todos los mundos en uno, o todo el mundo en unos. 
Una caricia, por todas las palabras que necesitadas, se quedaron sin mentes en las que resguardarse del frío. 
Una herida por cada opresión que nos suscitamos a nosotros mismos. 
Un amanecer por cada paraiso que escondía infiernos en sus entrañas, de los que nunca puedes salir entero. 
Un soplo de aire fresco, por aquellos que se esfuerzan por escapar del frío, pero temen quemarse de calor. 
Un grito por todas esas canciones que endulzaron el alma y desearon perpetuar nuestra convivencia en el pasado. 
Un susurro, por aquellos que solo podrán escuchar si se han quedado, y el silencio para quienes se han ido. 
Y por último, una poesía a la vida, por toda la fuerza que encuentra para construir sobre mis ruinas.

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