
Eres el veneno que deseo confundir con antídoto. Juro que admiro tu belleza, tu dolor por la perdición de una vida que esperabas vivir. Tú, más que nadie, sabes que no se puede vivir de la ilusión, pero tampoco podemos hacerlo de la maquinaria de la rutina. Estás muerto en vida, persiguiendo unos ideales que nunca te dibujan una sonrisa.
"Eres una soñadora". Sí, quizás lo sea, pero es tan solo otra forma de ver la pureza de lo bello. Y quién te dijo a ti, que ver la vida con opacidad constituía también una poción que se escurría de las fantasías. Somos opuestos jugadores en un mismo tablero.
Nunca vas a amarme, porque no puedes amarte a ti mismo. Uno solo puede dar lo que no tiene. Quizás la fugacidad del tiempo te ha enfriado la mirada, quizás sean estos largos inviernos, o la forma que toma la oscuridad desde la ventana de tu cuarto. Quizás simplemente tú seas así. Lo cierto es que no lo sé. Yo te he conocido así, y me he enamorado de tu tristeza, y tampoco encuentro motivos para ello.
Pero debo decirte "adiós". Sé que no es tu sonrisa lo que hace temblar mi mundo. Y eso, es motivo suficiente... pero nunca demasiado.
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