
Sé que suena cruel, pero tu presencia no me hace bien. Hace tiempo que aprendí que no podmos cambiar a nadie intencionadamente, y por eso, te quiero dejar ir, para que puedas escalar por tus propios miedos. Pero te quedas, aferrándote a mi mano como si fuese lo único que te salvara, donde no cubre tanto como para que no puedas salvarte a ti misma.
Necesitamos alejarnos. Yo, para observar lo que ocurriría si no reprimiese mis emociones, y tú, para probar lo que es vivir sin lastimarte de ti misma.
No estamos mal juntas. No lo negaré. Pero sí por separado, y sé, aprendido por experiencias propias (demasiadas...) que es indispensable saber estar solos para que estar en compañía pueda aportarnos algo.
Dirás que lo que deseo es volar libre y dejarte enterrada en el pasado. En parte, es cierto. Pero eso no significa que te odie, simplemente hemos pasado lo que debíamos pasar y ya no queda mucho que hacer por aquí. Quiero verte alzar el vuelo a ti también, pero rodeada de pájaros que desconozco.
Es simple; quiero que seas feliz, pero lejos de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario