Me corroe la puta envidia, cuando un optimismo bondadoso vuela entre sonrisas, entre mensajes de watsap, alagos de corazón y paredes descorchadas de pegatinas. Ojalá pudiese escribir frases sencillas que arrancaran felicidad entre las lágrimas. Pero yo escribo sobre telarañas y paraguas negros, lugares que nadie desea visitar.
No sé si soy demasiado peismista. Solo escribo lo que mis ojos se empeñan en mostrar. Y es por ello que no escribo bien, es por ello que solo me leen los que están apuntalados por los intereses. Pero no me pidas que deje de escribir. Porque si lo hiciera, no saldría viva.
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