domingo, 20 de abril de 2014

Yonquis del sufrimiento

Odio lo adictivo que puede llegar a ser el dolor. Tiene algo reconfortante y familiar. Como dormir en tu propia cama después de pasar mucho tiempo durmiendo fuera.  Pero todo lo demás es horrible. Como tu mente queda anclado entre odiar quien eres y querer llegar a ser otra persona, pero no conseguirlo nunca. Como al llegar la noche la oscuridad se apodera de ti, y temes no poder encontrar la luz nunca más. Y como esa sensación envenena todo en tu vida. Pero a la vez es tranquilizador, te hace sentir que perteneces a un lugar conocido, aunque no sea seguro. Sin embargo no se lo dices a nadie, porque temes que alguien descubra que estás enferma. Así es como no debería ser nunca.

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