Es difícil de creer lo poco que valen las palabras cuando la distancia es tan grande. Somos dos soñadores que se dejan llevar por la realidad. Es triste, silencioso y muy bello.
Quizás mi corazón siempre tuvo miedo de amar. No estábamos hechos para compartir nuestros silencios. La vida nos conducirá a diferentes callejones y recordaremos esto como unas dulces lágrimas que provocaron la excesiva bondad de ambos.
En mis sueños, te encuentro en cálidas conversaciones, bromeando sobre pequeños detalles que dan importancia a lo más grande. Pero ahora solo quedarán hermosos recuerdos que el tiempo irá volviendo nítido. Aunque espero que guardemos en algún remoto escondrijo.
Mañana nos despertaremos en camas diferentes, y nos consolaremos nosotros mismos con la soledad. Siempre he creido que dos almas que no se despiden del todo, vuelve a unirse de nuevo. No tenemos prisa, y seguramente, sea mejor así.

No hubo culpables ni acusados. Fuimos todos víctimas de la indecisión y el dolor. Se apoderó de nosotros la tragedia y comprendimos en silencio, mucho más de lo que se podrá hacer con palabras. Pero ya es demasiado tarde, y esa locura de perder la cabeza, ha dado paso al cariño que reprimimos durante tantos años. Y por eso sé, que incluso siendo todo tan diferente, siempre formarás una pequeña parte de mí, aunque ya no estés aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario