jueves, 24 de abril de 2014

Nunca cometimos ningún error


Es difícil de creer lo poco que valen las palabras cuando la distancia es tan grande. Somos dos soñadores que se dejan llevar por la realidad. Es triste, silencioso y muy bello.

Quizás mi corazón siempre tuvo miedo de amar. No estábamos hechos para compartir nuestros silencios. La vida nos conducirá a diferentes callejones y recordaremos esto como unas dulces lágrimas que provocaron la excesiva bondad de ambos.

En mis sueños, te encuentro en cálidas conversaciones, bromeando sobre pequeños detalles que dan importancia a lo más grande. Pero ahora solo quedarán hermosos recuerdos que el tiempo irá volviendo nítido. Aunque espero que guardemos en algún remoto escondrijo.

Mañana nos despertaremos en camas diferentes, y nos consolaremos nosotros mismos con la soledad. Siempre he creido que dos almas que no se despiden del todo, vuelve a unirse de nuevo. No tenemos prisa, y seguramente, sea mejor así.

Te veo caminando por la calle, con la mirada puesta en el suelo porque me has visto, y me pregunto, si alguna vez tendré valor suficiente para decir algo. En ocasiones, cuando la perdición se apodera de mí, siento que te he echado de menos todo este tiempo.

No hubo culpables ni acusados. Fuimos todos víctimas de la indecisión y el dolor. Se apoderó de nosotros la tragedia y comprendimos en silencio, mucho más de lo que se podrá hacer con palabras. Pero ya es demasiado tarde, y esa locura de perder la cabeza, ha dado paso al cariño que reprimimos durante tantos años. Y por eso sé, que incluso siendo todo tan diferente, siempre formarás una pequeña parte de mí, aunque ya no estés aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario