Mis ojos se hunden en tu áspera voz. Tú lo dijiste, y escribiste en tu mirada poemas crueles que nunca me pertenecerán. Estoy envenenada. No puedo escribir si el dolor acapara mi soledad. Hicieron falta unos pocos segundos para viajar años atrás. Y tu ignorancia no dudó ni un segundo en arrastrarme hallá.
"El tiempo vacío no puede idealizar más la oscuridad" me convencí a mí misma jugueteando entre tus dedos. Sé que no lo comprendiste ¿pero como explicar que conozco la realidad aunque desconozca donde me encuentro en ella?
Ellos han guardado su corazón en una cajita para robar junto a alguien halos de la luz de la luna. La mía está encadenada, y ni siquiera las palabras más dulces podrán darle libertad sin desmenuzarse en miles de trocitos antes.
La belleza es un arma maléfica, y tú has quedado hechizado por el brillo de mis lágrimas. Me gustaría saber por qué duele tanto. Siento que han raptado a mi persona y ahora no soy nadie. Y así, al final de la noche, cuando nuestros labios ebrios se unan, sentirás un escalofrío que yo no he podido vivir nunca. Porque mi mayor sueño será siempre mi mayor temor.
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