jueves, 26 de junio de 2014

Aprender a despertar

Mi ceguera ha sido curada por tu hostil indiferencia. Ahora puedo ver: veo la impotencia tras tus ojos, veo el egoismo de una persona que huye de lo que no quiere escuchar, veo como eres esclavo de aquello que quieres llegar a creer, y veo, sobre todo, la guerra que forjas contra ti mismo. Cuando uno está en paz consigo mismo, no se esfuerza tanto en demostrar que lucha contra el mundo. 
Al encontrarnos en el mismo lago, yo nado, mientras que tú te ahogas con tus propios actos. Crees que eres libre atentando contra la prisión, pero el mismo deseo de libertad nos hace esclavos.

Me ves crecer con fuerza y poder, cuando lo que en realidad piensas es que soy una persona demasiado débil. En la sinceridad se escondía mi libertad, porque la verdad nos hace libres, pero olvidas que se alcanza siendo sinceros con nosotros mismos.

Cerrar los ojos solo te servirá para ver oscuridad. Si te das cuenta, soy yo quien anda desprotegida, aferrándome a lo que me importa. Es cierto, aferrándome, esa palabra que tan poco te gusta. Sigue gritándome que los sueños no valen para nada, mientras que tú vives en tu propia fantasía. Sin sueños, te estancas en la vida.

Tu respeto está cimentado en el desprecio, cuando una persona debe ser respetada solo por ser persona. Somos diferentes, y en la variedad está la riqueza, pero debemos saber compartirla. Y no, como llevas tanto tiempo haciendo, imponerla. Porque te estás convirtiendo en quien más odias. Y no, tus heridas de guerra no tengo porqué sufrirlas yo... no pienso sufrirlas yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario