martes, 24 de junio de 2014

Humos de aire entre caladas


Su voz melódica retumbó en las paredes vacías haciéndonos caer en la redada de la soledad. La noche diurna nos plaga de rostros, pero no nos permite aguardar ninguno. O quizás tan solo sea que el color del iris solo depende de como vemos el mundo.

Damos poco de nosotros, porque tememos que nos roben todos nuestros pedazos en ese horrible chillido interno que hace "crac". Arrastremos nuestros pies de nuevo a una cama vacía, donde no caben más sueños esperanzadores.

El corazón nos retransmite un triste blues eterno, y quizás, podemos despistarla unos segundos fingiendo que nos queremos. Pero hagamos lo que hagamos, todos sabemos que cuando el amanecer nos queme con lentitud, nuestros pies seguirán ensangrentados por todos los cristales rotos que nuestra ceguera ha construido.

Solía dar libertad a globos robados entre las tinieblas, pero ahora sé que no volveré a verlos de nuevo. Mi voz carraspea en una distinta agriedad, mis escamas ya no sucumben mis oscuros deseos prohibidos, y mis atardeceres ya no buscan la misma botella de alcohol. Y quizás, solo quizás... mi alma ya no pertenezca más a este lugar.

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