lunes, 29 de septiembre de 2014

Y ella.

Olor a café, la puerta abierta y una imagen deslumbrante que me abruma. Puedo sentir como sus piernas desnudas me dejan sin habla, sin apenas respiración. Es cerrar los ojos y verla. Tumbada en la cama. Haciéndose una armadura tan solo con su tanga morado que me hace perder la cabeza y todos los sentidos de pasada.

Rastros de gemidos que quedan esparcidos por la habitación, pero no los suficientes, creo que puedo hacer hueco aún para unos cuantos más. Quítate la camiseta y déjame impregnar tu piel con mi sudor, mientras mi lengua atrapa cada uno de tus suspiros acelerados.

Me obsequia con esa mirada tan suya, que me hace ver lo que deseo, pero no del todo, y sé lo que transluce su sonrisa picante, "deseo que me quites la ropa, me empujes contra tu cama desecha y me hagas el amor como nunca antes. Hazme lo que quieras, pero solo a mí". Regalamos gritos de celebración por nuestra breve libertad sin envoltorio.

Y ella.
Preciosa.
Como siempre.
Susurra despacio en mi oreja: 
"Mejor el infierno entre tus piernas que un cielo sin ti"

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