jueves, 18 de septiembre de 2014

Paseos hacia ningún lugar

Mi corazón palpita deprisa. No siento mis piernas, y por un instante, llego a creer que vuelo sobre mis miedos. Las gotas de lluvia estampan la camiseta contra mi piel desnuda. Hace frío, pero por la carrera apenas siento el tembleque de mis manos. Siento la adrenalina inundarme los oidos. Sola, junto a todos.


¿Qué estoy haciendo? Creo que se llama sonrisa. No estoy muy segura. La respiración se enturbia y vuelve el atardecer oscuro. Me pregunto de qué estoy huyendo, aunque quizás, es solo que busco algo. Aún no he descubierto lo que es.

Soy adicta a estos gritos desinflados, al dolor de una buena patada en la sien. Me ayudan a no pensar, a seguir mis instintos internos como un animal que busca carne fresca. Llevo mucho tiempo viviendo, sin querer plasmar ante mis narices las ostias que arrastra cada café nocturno. Y ahora que lo ignoro, el mismo pensamiento me persigue.

Pero ahora no. Ahora solo escucho mi agitada respiración. Esto es tan absurdo que incluso parece bello. Pero no durará mucho. Siento que me está atrapando, y quizás, ya no tenga nunca más libertad para correr bajo la lluvia de mis dementes sueños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario