viernes, 5 de septiembre de 2014

Derrapando por nuestros miedos


Tus lágrimas se han roto en pedacitos de cristales que te hacen pequeños cicatrices en las mejillas. Parpadeas ante la carretera nocturna del desconocimiento, sorprendida por tus sentimientos. Parece que tu corazón ha tomado vida propia.

Muchos cambios acentúan tu vida, pero nunca podrás terminar un párrafo si no te cambias primero a ti misma. Te aferras a tu pasado como lo haces al volante del coche. Tenemos que hacer lo que nos asusta para conocernos a nosotros mismos, como olvidar el mapa del camino a casa.

Es fácil arrancar y huir, lo difícil es saber a dónde irás. Nadie más se podrá detener en los semáforos de nuestro destino. ¿Te has dado cuenta de que el destino hay que ir a buscarlo? (y sin GPS)

Te da miedo descubrir que eres buena, porque sabes que ya no tendrás ninguna excusa para cambiar las marchas y enfrentarte sin frenos a la vida. Eres cobarde, porque nunca has querido salir de la imagen del retrovisor. En el fondo sabes que no estás en un callejón sin salida.

Ojalá no te disculpases más con los stop que parecen eternos, o las rotondas sin salida. Tendrás que conducir sí o sí. Tú decides por qué carril hacerlo. Y recuerda, que dar marcha atrás podría acabar con tu voz y hacerte olvidar como arrancar de nuevo. Pero también pararte en seco lo provocará.

¿No crees que es un buen momento para comenzar a conducir tu vida sin basarte en el carnet de salida?

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