miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cierra los ojos



Las lágrimas poco a poco van resquebrajando mi interior, calándose entre mis grietas. Me siento sola... pero miro a mi lado y te encuentro durmiendo. Y doy gracias, porque esta oscuridad es demasiado intensa para que puedas ver mi rostro.

No me digas que valgo tanto, cuando ni siquiera has querido ver el precio a pagar. Deseo tanto tu presencia esta noche... ojalá pudiésemos estar en otro lugar ahora, donde yo pudiese escapar de mis fantasmas y tú no tuvieses que estar velando por mi dolor, cuando tú ni siquiera puedes con el tuyo.

Puedo ver una luz a través de tu mirada, que no sé como, me hace sentirme como en casa. Pero tengo tanto miedo de hacerte daño... porque pudro todo lo que toco, y me odiaría más que a nadie si lo hiciese contigo.

Y esta noche, al menos esta noche, la cama resulta demasiado pequeña, pero cuando te vayas será enorme. Sé que puedo dormir tranquila en estas pequeñas horas de la madrugada, porque al menos en este instante, puedes alejar todas mis pesadillas sin despertarme siquiera.

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