sábado, 6 de febrero de 2016

Ocho versos sin punto final

Nací entre cuatro palabras.
Pequeña.
Gritona.
Arrugada.
Mirari.
Es fácil ser libre cuando no tratan de inyectarte miedos que no te pertenecen.

Crecí entre cuatro paredes verdes.

Ellas guardan todos los ronquidos y sueños renacientes.
Mi cabezoneria no cabe en este refugio,
hecho de fuertes que voy destruyendo.
Yo solita.

Caí entre cuatro libros.

Esperanzas en modo de silencio porque me aterroriza no ser comprendida.
Unos cuantos suspensos sobre mi mesa.
Pero aún se lee entre líneas del dolor:
"Sé que he nacido para algo mejor"



Levanté entre cuatro bolígrafos y una nueva ciudad.
Ellos tenían fe. En mí.
Mis balas son de papel y ni siquiera recuerdo qué tropiezo las cosió.
Mi única opción es seguir, yo decido cómo.

Amé entro cuatro ventanas de viejos autobuses.

Vuelvo a caer en el engaño.
No soy tan valiente como creía.
Los planes cambian:
Hay que aprender a vivir y
a descubrirnos en las grietas
que nos cegaron.

Curé entre las cuatro vendas que trataban de ahogarme.

Sigo sin hacerlo todo bien.
Comienzo a mirarme con otros ojos.
Estoy luchando por mí, y no por lo que otros ven.
Hace falta coraje para admitir que no estás bien.
Debo estar preparada para aquello que me está alcanzando.
(Mi corazón)

Futuro.

Cicatrices sin cerrar.
Nuevas heridas.
Una sonrisa por bandera.
De las de verdad.
Imagínate usar mi fuerza,
en vez de para destruirme,
para sentirme heroina.
Esa superhéroe que ya está en mi interior.
No confundáis, no me he rendido,
solo descanso para saltar más alto.

Volví entre cuatro palabras.

Fuerte.
Dulce.
Ilusionada.
Mirari.
Visitar el pasado no significa volver atrás

No hay comentarios:

Publicar un comentario