lunes, 1 de diciembre de 2014

Con las botas rotas


Te escribo desde un bar desierto donde suena una canción que detestarías. Te aferras a los anuncios basura que escupe la radio mientras que yo canto a gristos viejo rock rasgado. Pero eres tú el único que consigue que me la sude lo que digan los demás. Contigo me basta y me sobra para sobrevivir.

Intento romperte los esquemas pero te adelantas. ¿Quién te dijo que te quería? ¿Fueron tus sentimientos o las mentiras? Por mi cuarto entra el frío y recuerdo el humo de aquel cigarro que sentenció el "no" que tan cansada estoy de oir. No soy de pedir mucho, pero si te metes en mi cama, que sea para quedarte; que capullos con polla hay en cada esquina.

Quiero que seas tú el que encienda en los labios de quienes me odian "la rompecorazones se ha terminando tropezando". La mejor ostia de mi puta vida. Que sí, que soy una cursi cubierta de palabrotas. Pero coño, me muerdes entre besos y qué quieres, no puedo evitarlo.

De pronto, me descubro desordenando todo cuando te ausentas, y deseando gritar de locura cuando la luna alumbra mi cuerpo desnudo. La ventana sigue abierta... ¿Donde coño estás?

Esto no es un juego de cicatrices a fuego lento. No estoy para perder el tiempo dando vueltas sobre tu mundo. Déjame adentrarme en él en silencio, sin hacer ruido. Cuelgo sobre mi lengua pruebas de que si me echas, no vuelvo.

Pero quizás por ti... puedo romper mis propias reglas.

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