viernes, 9 de mayo de 2014

Montones de almas muertas



Sumergimos en la perdición de la noche, susurras "si no estás borracho, no puedes jugar", pero yo me elevo como las vibraciones de la música destartalada. Nunca pensaste que la belleza cobrase tanto, seguido por unas ganancias que no valen nada.

No puedes ver mi magnificiencia y tu mirada oscura me envuelve en la neblina de la locura premeditada. ¿Qué debo hacer ahora? Y no obtengo respuesta. Sería una desfachatez perder nuestro corazón, pero hemos cerrado los ojos y tan solo hemos encontrado vacío. Ya se ha ido.

Todo corre a nuestro al rededor; miles de pensamientos aferrados a pequeñas estupideces. No te conozco, y tú nunca me has visto antes, pero lo hemos sentido, y ahora no habrá nada que podrá atraparnos en la realidad. Las tinieblas han hecho mella en nuestra subconsciencia y la luz tan solo nos cegaría.

El aire huele a deseos desterrados y lágrimas descompuestas, pero ya eramos poseedores de esa maldita verdad. Sin embargo, somos diferentes, los dos lo notamos desde el principio. La belleza del dolor sabe encontrar a sus creadores. Y nosotros lo somos. Quizás no conozcamos nada más de nosotros mismos, pero esto es suficiente para ser poseedores del inmenso poder de la incomprensión. 

Y nos despediremos, sabiendo que nos desprendemos de algo que nunca nos perteneció. Que acabamos de ser testigos de un suceso que nunca más viviremos.

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