sábado, 3 de mayo de 2014

Apresada por mi identidad

Mintamos. Me da igual si lo hacemos por amor al arte. Por escapar de los sueños. O porque simplemente, estamos acostumbrados a ello. Hagámoslo, porque será el único camino para salvarnos a nosotros mismos.

Hemos construido nuestra vida, y ahora lo tenemos todo. Todo lo que no tiene valor. Todo lo que vacía el alma. Y la intentamos llenar con veloces carreras y alcohol ardiente. El dinero se ha convertido en nuestra marca de existencia. Y la repudiaremos con nuestros cuerpos plastificados.

Puedo sentir la soledad en el aire. Ven y abrázame. Parece que nuestra única victoria se esconde en nuestros recuerdos, en una época donde la felicidad, se dividía en la libertad que tratábamos de atrapar con tanta desesperación. El amor corrompió nuestra cordura, y nos hizo presos de nuestras propias reglas. Ahora es una celda inquebrantable.

Han numerado todas las pautas de mi destino, y como no lo acepte, arderé en la más mísera demencia. Me han comprado con lo que nunca deseé, los excesos de una nueva era. Saca la cartera y arregla todo los destrozos que nos hemos causado a nosotros mismos. La existencia ha dado paso a la simple supervivencia.

Nada mas despertar, supe que había dejado ir todas las oportunidades que me concederían la felicidad. Pero me engañé a mí misma diciéndome que debía dejar que la vida fluyera de esta manera, para que la verdadera bondad pudiese descubrirme en mi desdicha. Pero no funcionó. Y el magnetismo electrizante que busqué durante tantos años quedó esfumado en cenizas, como un sueño lejano que olvidé en un tortuoso silencio del que nunca podrá liberarme.

¿Cuantos diamantes me comprarás esta vez para falsificar mi realidad? Y precisamente, lo único que antes me daba libertad, fue lo que me apresó al final.

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