jueves, 22 de mayo de 2014

Cuando...


Cuando abrí los ojos en aquella oscura habitación, supe con certeza que me encontraba donde debía estar, pero no donde quería. Desde el borde de la cama vislumbré tu sonrisa, que parecía estar en paz con el mundo, en paz al fin contigo mismo. Pero mi corazón no respondió y me maldije por ello.

Cuando tu voz se silenció en aquel abarrotado bar, y la tormenta que rugía fuera atrapó todas tus lágrimas, tu delicadeza desprendió una belleza que nunca antes había experimentado. Pero mis ojos no vieron más que a un pobre niño sin hogar. Y me maldije por ello.

Cuando tus gritos desgarraron el más mínimo pedazo de armonía de mi interior, mis acusaciones se transformaron en pasión desenfrenada. Sin embargo, la lujuria vacía no enriquece el alma. Y me maldije por ello.

Cuando tu sonrisa ardió en la inocencia y compartió toda su bondad con valentía, me sobrecogí de tal manera que mi respiración se evaporó en una ilusión confusa. La traición se apodero de mí al no poder ser sincera a tus "te quiero". Y me maldije por ello.

Porque aunque lo intenté, no pude amarte nunca. No como tú lo habías hecho. Y aunque mis palabras mintieron con descaro, te pido perdón, porque mi corazón nunca lo hizo.

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