domingo, 5 de enero de 2014

Ya es tarde...


Ya es tarde. Puedo levantar la vista y descubrir que todas las estrellas han sido quemadas, como mi razón de ser. La oscuridad de la noche ha desteñido nuestras predicciones y las ha vestido de luto, para que asistan al entierro de nuestro amor petrificado. El difunto es el valioso sueño que abrazaba promesas ya podridas por nuestras discusiones. Pero yo tengo miedo. Porque sé que si enterramos algo tan nuestro, me hundiré yo también bajo la tierra húmeda por tus lágrimas. No puedo desprenderme de esta ilusión que dibujé con tus curvas y pinté con la sangre acelerada de nuestros corazones cuando sobraron todas las palabras. Me niego a saborear la agriedad que deja la distancia de quien un día me liberó de mi persona. Y vivir entre tantas pesadillas me conduce a necesitar cada vez más la droga de tu alma. Porque el amor no es un error. Nunca lo es, como tú te empeñaste en creer. Pero está todo oscuro. A mi lado no queda más que soledad. Y ya es tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario