viernes, 31 de enero de 2014

Tocada y hundida


Los números aprietan cada vez más mis muñecas, dejando el rastro de su tinta negra sobre mi piel. Me atormentan, me cautivan, me persiguen, me matan. Esta soy yo de nuevo; ese rostro sin nombre que intenta lidiar con la idea de ser ella misma.

Trato de capturar una luz, pero tan solo encuentro reflejos de ella sobre espejos rotos, y cuando alzo la mano para alcanzarlo, se rompen en mil pedazos. Es como ahogarse en un vaso vacío. Soy un peón. Una forma vacía que se transforma y que se adapta a las formas correctas para vivir una vida que nunca me ha pertenecido. Puedo ser quien quiera, pero soy tan estúpida que he elegido ser yo misma.

Mis palabras no encuentran refugio, y hace mucho frío en mi interior como para permitir que se queden hondeando en mi sucia sangre. El amor nunca resulta suficiente para mí. Aún no comprendo porqué.

Las lágrimas envenenan mi mirada. Pero ya no importa. No pueden ver nada. El dolor desgarra el cielo de mis sonrisas, aunque ya ni siquiera me importa. Lo que más miedo me da es que ya no deseo ser ayudada, no deseo ser rescatada. Un malicioso ser de mi interior (sospecho que se trata de mi "yo" auténtico) me seduce con ideas de las que cualquier ser racional huiría. Pero yo no soy así.

Tocada y hundida. Pasemos a otra vida.

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