sábado, 25 de enero de 2014

Soñando un presente. Viviendo un futuro.


El calor de la vela funde mi presencia con el tiempo, y me permite soñar con el pasado.  Cierro los ojos para ver con más nitidez todos los recuerdos del futuro. Como sometida por la belleza de una vida, mis lágrimas comienzan a asomarse por mis temores y me saludan con tranquilidad, aceptando la tranquila muerte que les depara. 

Experiencia, y tranquilidad, la base firme de la dulce melancolía, me cubre de sonrisas y la vejez de una alma, de una vida. Este es un instante, en el que mi presente es tan solo las sobras del pasado. Pero está bien. Me siento valiente. Con menos fuerza quizás, pero con mucho menos miedo también. Es como sentarse ante el universo, y esperar a que traspase tu cuerpo dejando diminutos impresos en tu alma.

Mis manos arrugadas cuentan los segundos que dejé escapar, y pido perdón, por todos esos instantes que volteé con consciente ignorancia. No soy perfecta, pero eso no me hace peor persona. Me hace real. Y eso es lo que importa.

Así que pauso mi mente un segundo para respirar. Oigo la melodía de una canción a lo lejos, y mi mente juguetea bordando llamadas perdidas que marcamos con escalofríos ¿Será esta la banda sonora de mi vida? Las vivencias se abren ante nuestros ojos mostrándonos como los pasos erróneos son a menudo los apropiados. Yo soy lo bueno y lo malo. Soy mis errores y mis aciertos. Soy los límites de mi propia libertad. Soy los reflejos de las personas a las que admiro. Todo me hace ser quién soy. 

No importa cuales son los límites del tiempo. Porque todo llega y se va sin avisar. Las esperanzas nitigan mis pérdidas y me hacen temblar. Pero este no es mi presente, no es mi pasado, se trata tan solo de un infame instante de un futuro que trato de redactar.

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