viernes, 2 de agosto de 2013

Guardianes de nuestra vida

 En ocasiones, los zapatitos de seda vuelan sobre el frío del viento nocturno. Permiten que el brillo de los ojos les haga hondear las alas del sueño y las hace vola libres en lágrimas sedientas. Aparecen de pronto, como guerreros de la paz, que asaltan ideas quebradizas de golpe. Nadie sabe realmente como son. Van cambiando de forma constantemente, pero pulen su harmonía en palabras y gestos embotellados. Ninguna persona es capaz de desterrar el secreto que las mantiene vivias, pululando entre nuestras almas. Pero están ahí. Pueden ser seres oscuros como las sombras de la felicidad, aunque también el tenue reflejo de un corazón cosido. Son luchadores de un reino dividido que construye en sus sabias travesuras castillos de un dolor aplacado. Ellos atrapan nuestros deseos más profundos antes de que pulan nuestros sentimientos, y los convierten en seres automatizados por un inconsciente manipulado. Nos hacen llorar, nos hacen gritar, pero siempre están ahí, retándonos a luchar.

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