sábado, 27 de julio de 2013

Paseos en un tiempo muerto


 Caminaba despacio, permitiendo que en el automatizado silencio quedasen incrustados ahuecados sentimientos. Mi vestido negro hondeaba entre susurros entrecortados y dejaba al descubierto los altos muros de las mentiras muertas. Olvidé todo mi pasado junto con el reflejo de las genuinas sonrisas que firmaban contratos de felicidad. Observé los suspiros ocultos en tu mirada cuando encontré tu alma dudando entre lo que fuiste y lo que no eres aún, casi desquiciado por la terrorífica insistencia de un tiempo incontable. Miles de espejos nos rodeaban haciendo que los amores no correspondidos nos devolviesen de forma gentil y suave las miradas más sumisas.

Perdida entre aquellas pálidas sombras, comprendí que ni siquiera la locura nos libraría de las brillantes travesuras del destino. Recuerdo tu angustiado rostro, que daba por terminada la obra de arte de nuestra vida. La sala vacía era el consuelo del odio que en secreto nos conducía siempre hacia la grandiosa libertad. No envolví mis promesas de cristal y ahora se esparcían por el suelo haciendo sangrar mis desnudos pies. Te miré con la extraña fijeza que crean en mi las turbulentas aguas sucias de la nostalgia secreta de las diferencias. Y entonces me di cuenta de que las preguntas que nunca tuvieron punto final, son las que realmente las únicas que sostienen mi vida.

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