martes, 26 de noviembre de 2013

La nada del todo. El todo de la nada.

 
Las decisiones son peligrosas. Uno puede pensar que una pequeña decisión, insignificante y sin importancia, no puede afectar en absoluto al rumbo de nuestra vida,pero no es cierto. Las pequeñas decisiones son las que nos conducen a tomar las grandes, y no podemos huir de ellas. Dictan nuestro destino sin ni siquiera darnos cuenta, de que ponen su puntiaguda pluma sobre nuestro corazón.

Deseos, egoismo, ambición... la mayoría adornados de diamantes rojos hermosos por la engañosa sociedad, y sin embargo, su valor depende de nuestro camino. ¿Y si mis deseos, son los que me conducen a mi propia muerte? 

No podemos medirlos ni borrarlos. A veces ni siquiera aceptarlos. Nosotros elegimos vivir alimentándonos de la muerte o morir alimentándonos de la vida. No hay escapatoria. Una única opción transforma quienes somos por completo.

Siempre resulta demasiado tarde para echar atrás. Y yo tengo miedo. Una terrible voz ronca que solo escucha mi respiración maldice mi pasado y me cose las entrañas de errores y mentiras. Nada parece ser real en mi interior. No soy capaz de admitir que esta es mi vida. Es como si esa chica de mirada vacía tras el espejo fuese tan solo un espectro que trata de adentrarse en mi reluciente ser. Hace demasiado tiempo que no soy feliz. ¿A donde he ido? ¿Como he podido perderme en mí misma?

Sé que es lo que realmente quiero ser. Y sin embargo, sé que quien quiero ser no desea ser yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario