sábado, 26 de octubre de 2013

Te sometes a una bondad falsa

La soledad llama a mi puerta arrastrado por tu indiferencia. Le encuentro de rodillas, rogando salir de las garras de este juego enfermizo. Voy a hacerte un retrato frío de tu fingida inocencia. Todos los acusados dicen que su verdad es mentira ¿Será su realidad un cúmulo de sádicas fanatasías?

Por mi último respiro derrumbaré todos tus latidos. No sé quién eres. No conozco en quién te has convertido. Tan solo destripas unas cuantas palabras amables y denominas mi rota mente "por arreglar". Pero lo que no etiendes, es que esto no se arregla una vez y te vas, sino que debes estar en constante reparación.

Déjame arreglarme sola con mis lujuriosos silencios y perversas palabras. Deja que me libere de mí misma. Porque estoy arta de sentirme presa de tus ardientes promesas. Mi muerte es lenta, pero no culpable. Quémame entera o no me toques, porque las heridas a medias cuelgan sobre mi cuello mentiras que no me pertenecen.

Seré tu muñeca suicida. ¿Quieres partirme el alma? Pues hazlo. Te aseguro que no saldrá ningún grito de dolor de mi garganta. Meteré mi cabeza en el horno y arderé viva. Iré al infierno directa, porque al parecer, eres ocupa del bendito cielo, y yo soy la mentira que ensucia la bondad a la que te sometes a ti misma.

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