viernes, 11 de octubre de 2013

Fundiendo poco a poco mis sentimientos en el universo

Mi vestido blanco ondea con este viento cristalino. Me he calzado una mirada sombría pero, aun así, me acerco al borde de la verja buscando con mirada soñadora mis ángeles dormidos. Hace frío y me abrazo en el universo. Lágrimas de soledad comienzan a derramar mis pinturas preferidas. Alcanzo con determinación la barandilla y la agarro con fuerza, incluso hasta el punto de hacer sangrar mis uñas rojizas. Esto será lo único que podrá aferrarme a la vida. Mi mirada queda atrapada entre las miles de luces de los vehículos que no tocan, no observan, no sienten....

Sonrío con dulzura al darme cuenta de que lo único en lo que podré ser perfecta, será en la brillante destrucción de mi misma. 

Levanto una pierna con torpeza y cruzo la valla fría. Me siento en el borde de mi incomprensión descolorida. De pronto, todo se vuelve muy frágil. Siento que mi corazón late con fuerza. Siento amor, sufrimiento y valentía, fusionado en unos latidos sin nombre. Parece que lo único que me hace sentir viva es mi propia muerte.

Cierro los ojos. Esto es perfecto. Al fin. Me balanceo un poco, pero evito mirar al suelo. Soy un ángel que necesita volver al cielo para no sentirse desauciada de sus sentimientos. Te echaré de menos siempre. Recuerda que nunca abandonaré tu corazón. 

Mi imagino a mí misma, con mi bello vestido, mi mirada vacía, una piel perfecta, mi pelo negro brillando por la luz de las estrellas... Será una muerte perfecta. Al fin río, en esta oscuridad enclaustrada. Ya estoy preparada. Suelto la barandilla y por fin vuelo hacia la libertad de mí misma. No os preocupéis. Alcanzaré la felicidad eterna y me escabulliré entre vuestros sueños, volviéndome una indefinida belleza eterna que os venderá la puerta de una felicidad sombría. 

Porque a esto estaba destinada, y ya nada podrá anteponerse entre mis pensamientos y el adictivo secretismo de unas lágrimas frías. Os dedico mis últimos latidos. Adiós. Para siempre marcados en mis sueños ardientes de perversa inocencia.

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