sábado, 2 de marzo de 2013

True love never die

Los tenues rayos de sol se adentran en la habitación, como pidiendo disculpas por la inmensa paz que me transmiten. La claridad de este momento hace renacer la felicidad de tenerte a mi lado. Estoy abrumada por esas pequeñas lágrimas que hacen subir el precio de la bondad. Pero está aquí, al lado de mi orgullo enfriando con el aleteo de sus hermosas halas el fuego de la maldad. Juré no caer de nuevo, pero esta es una caida hacia la felicidad cielo. 



Brillan nuestros ojos y prometo no dejarte ir de nuevo. Eres el alma que salva mis sonrisas y las hace relucientes e imborrables. Porque no importa donde esté, tú siempre alumbrarás mi corazón y orientarás mi valentía haciendo que me aleje de los oscuros instantes del destino. Porque ahora puedo ver lo bella que es la vida, cuando la humanidad y la sencillez cimentan su base, y la adornan de la hermosura de un amor sincero.

La gracia divina hace notar su presencia, pero no hace ruido alguno. Nuestros ojos se encuentran de nuevo, y nos envuelve una aureola de serenidad. Estamos sentados en el abismo de la confianza, dibujando con nuestras manos el respeto y el perdón que no necesita ser pronunciado. Siempre me ha gustado creer que estaba predestinada a algo especial, pero ¿Qué es más especial que estar a tu lado?

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