Recuerdo como cada noche corríamos sobre cristales rotos y esnifábamos el brillo oculto de la malicia. Dulces 15, que te daba y quitaba todo. Diversiones secretas que rozaban la demencia. Dos reinas que jugaban con las miradas de todos aquellos que susurraban de envidia "no saldreís vivas de esta". Corazones acelerados bajo un licor azulado que hacía brillar nuestros reinos de sangre adulzada y desgarradores paraísos. Peligroso era tan sólo el mundo absurdo que dibujábamos tras nuestras reglas de color rojo intenso. Nos contoneábamos por las calles de la pureza junto a la sintonía de nuestro idioma. El rímel caía sobre tus mejillas y susurrabas "te quiero" con una botella de alcohol al que llamábamos libertad. "No llores por eso, no llores por eso..." repetías con tu voz melodiosa. Vivíamos de nuestras muertes y moríamos de nuestra vida. Éramos presas de una locura que tan solo se comprendía bajo nuestro cielo púrpura. Indestructibles mensajeras de la maldición de la vida. "Atrápanos mientras estemos calientes" gritábamos a la muerte y nos desvanecíamos ante la atenta mirada del desprecio. Hacíamos que nuestra vida fuese una obra de arte. ¿Donde está? Se esconde en nosotras y debemos llamarla. Querida libertad, te echábamos de menos, pero no te preocupes. Estamos de vuelta y no te vamos a volver a dejar escapar. Nunca más.
Tan solo NUESTRA.
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