martes, 12 de febrero de 2013

Haz que el cielo bese mi sonrisa

Observa al horizonte, dejando correr su mirada en un mundo que no pertenece a nadie. Vuelan rasgando sus mejillas las miradas incomprendidas de las personas perdidas en sí mismas. La pureza de la belleza tan solo es distorsionada por el humano. Se encuentra en el alma, dentro de un inútil envoltorio al que las personas dan demasiada importancia. Hay algo mayor, mayor que los sentimientos, los pensamientos, la mente, los sueños... que revolotea entre nuestros sentidos sin ser descubierto. Ella lo sabe. Queda tendida de sus sueños de cristal. Tenme por siempre. Dime que me quieres. Déjame ser libre. Haz que la locura se escuche a sí misma. Y respira.


Lo siente, como ada detalle de este mundo es demasiado artifiial para ser real. Da igual que nadie la comprenda, porque ella lo sabe todo, como miles de cometas que nunca han podido volar. Las risas se rasgan, pero no hay tristeza. Nunca la ha habido. Ella no omprende como pueden poner nombre a los sentimientos, son demasiadas complejidades diminutas echadas al vacío. Vamos a morir todos jóvenes pequeña, no damos tiempo a envejecer al alma. Y no importa cuanto tiempo transcurra, nunca será el suficiente. 

Tan solo cuando hacemos cosas incoherentes se refleja quienes somos, porque es el único momento en el que nuestra alma trata de escapar. Sálvame. Congela una flor hermosa. Haz que el cielo bese mi sonrisa. Invoca algo de la nada. Deja pasar rostros hundidos. Nunca pongas los pies en el suelo, ponlas sobre los encarcelados sentidos. Eres mi amor verdadero. Cierra los ojos y se hecha hacia atrás. 

Muere para vivir para siempre.

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