sábado, 23 de febrero de 2013

Dulce, dulce valentía...

La valentía se mide en actos, no en palabras, y tú, dulce niño mimado, hablas y hablas sin decir absolutamente nada. Sonrío y asiento, pero no te escucho. Cubres de peso mis párpados y los cuelgas en el abismo de la monotonía para dominar mis pensamientos. Iluso. Note das cuenta de que mi alma es libre, y tan solo lo guían las palabras sinceras.

 No aguanto más tu espesa voz y te silencio con la mirada. Te abrumas ante mis distantes ojos, y yo sonrío al darme cuenta de que estamos jugando al mismo juego, pero yo con gestos que escriben en tu mente miles de escenas salvajes que haré que queden grabadas en tu memoria. Descolocado, bajas la mirada. Sin embargo, no me doy por vencida y rebusco en tu piel tus lentos latidos que tiñen de apuro tus predicciones más absurdas ¿Deseas sentir valentía? Yo te enseñaré lo que es, pero he de advertirte que una vez que se encuentra, te colocas de ella y no hay forma de escapar, porque ya nunca más podrás pisar la escarbosa tierra de las mentiras que mantienen cubiertos nuestros temores más oscuros y malditos.

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