domingo, 20 de septiembre de 2015

No quedan más relatos inventados.


Lo vi en la esquina de aquella calle, vestido de traje. Sonreía a los ojos de una chica que no había visto nunca. Sigue siendo el mismo buen hombre, pero aquella visión me rompió el corazón.

Pasé al lado suyo, rezando para que su mirada encontrase mi rostro. Sin embargo, parecía que los rastros que quedaron después de estos dos polvorientos meses se han esfumado de su memoria. No significó nada. Yo nunca estuve en su mundo más allá de una noche.

Ayer me di cuenta de que los sueños con corazonadas solo pertenecen a una persona. Vi el funeral de mis recuerdos; los suyos en la tumba y los míos acongojándose por la muerte prematura. 

Me dolió más de lo que admitiré en persona.
Estaba guapísimo. Y yo idiota.

Quizás debí decirle algo, pero de nada hubiese servido. Él ya me ha olvidado. Y mientras yo me estaba emborrachando con demasiado empeño, él estaría perdiendo las manos en las caderas de aquella chica.

No sé como he podido ser tan ilusa.

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