jueves, 12 de marzo de 2015

Y es que yo soy así.

Que cada vez que me refugio en actos no encuentro palabras, y cuando las palabras hacen acto de presencia en mi vida no soy capaz de mover un dedo. Que hablo en un "nosotros" sin pedirte permiso. Que sueño despierta todo el día, y de noche, me atrapa el insomnio por no encontrarme con los ojos cerrados. Que amo el silencio cuando un estruendo aterra mi vida, pero la falta de gemidos me atrapan en una rutina insostenible. Que no encuentro poder en mis besos, y menos en tus susurros. Que noto distantes tus sueños y demasiado cerca mis pesadillas. Que no estás, que nunca has estado. Que me he empeñado en seguir caminos que tú dejaste con candado, y sabes como mantener la cordura cuando te encuentras con una locura como es la de amarte y perder las esperanzas, la razón, y la belleza por el camino... Que contradecí tu desgracia y ahora te encuentro aquí, amándole a la nada, y comprendo que en tu vacío no puedo ocupar ningún hueco. Que recaigo en tus brazos en noches de nicotina, pero la bruma de tus ojos sigue sin dejarme atisbar tu realidad. Que sé cómo temes a la libertad, a dejar ir las palabras cuando el poder puede aplastar tus creencias. Que me miras como a una niña pequeña a punto de destruir toda su vida, y no te das cuenta de que soy más valiente que tú, porque no permito que los miedos amordacen mi boca en la resignación. Que he sentido esa distancia que permiten tus sombras, y tu asentimiento en contra de la luz que arrojan mis sonrisas cuando te encuentro... siempre donde no deberías. Que sé que has visto el sufrimiento, y no has permitido que salga de tu cama, por miedo a molestarlo y ahora no entra nadie más que la soledad. Que mi felicidad no se debe al aislamiento de obstáculos, sino al conocimiento del camino a superarlos; uno solo vive su vida cuando tiene cojones de hacerlo. Que te vas, y ni siquiera has cruzado la puerta de entrada. Que me has hecho daño, pero que no es nada, comparando con tu miedo a cruzar estas paredes que encarcelan cada latido al que le das nombre de "no correspondido". Que dejes de llamarle sufrimiento al amor, cuando es el darle la espalda lo que te está martirizando. Que dejes de llamarle amor al sufrimiento, que es lo que te está encarcelando. 
 Que por eso sé que es hora de irme, porque tú aún no has llegado.

Y es que tú eres así.

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