jueves, 19 de marzo de 2015

Es para ti

Te estás quedando dormida, enredada en la manta en la que arropamos mis sueños cuando yo era más pequeña. Tus manos delgadas se están arrugando, y tu voz suena un poco más bajito desde hace años. Recuerdo cuando corrías detrás mío cuando te hacía retratos en la pared de la cocina, y me escondía donde sabía que podrías encontrarme. Demasiadas noches separadas por la oscuridad, demasiados "ojalás" que se han hecho realidad gracias a tu fuerza. Tú y tu infinita paciencia para apollarme en aquello en lo que ni siquiera creías, y creer en mí muchas más veces de las que yo he hecho. 

Una lucha no tiene sentido si no tiene soldados, y tú siempre has estado en primera línea, dejando en mis manos todas las victorias. He visto como te rompían el corazón, y las lágrimas arañaban tu lengua. Ahora cambiamos las cartas y me doy cuenta de todas las pequeñas heridas que me has cicatrizado sin darme cuenta. Recuerdo tu voz cuando me echabas de menos y ese abrazo a medianoche cuando no dejaba de llorar. Sé que te he puesto en muchos aprietos, pero supiste cómo enseñarme a crecer y ahora soy yo gracias a ti.

Perdí la cabeza mas de una vez, y decidí sumirme en la oscuridad mientras tú esperabas impaciente tras la ventana, para sostenerme si decidía cometer la locura de saltar por ella. Sé que esto no te lo he dicho nunca, pero a menudo, cuando eres totalmente tú, inmersa en tus pensamientos, me reconozco a mí misma en tus ojos, y siento tanto orgullo que apenas me deja respirar. Eres delicada pero tan fuerte, que podrías derribar todos mis miedos en un suspiro.

Tu coraje me da fuerzas para tener fe en la vida, y sé que todo irá bien, por mucho que no dejemos de crecer nunca. Se han ido todos, y decides traerme una sonrisa comprensiva por mis errores, porque me conoces mejor de lo que yo nunca hubiese esperado. No te quiero solo porque me admires, sino porque me haces admirarme a mí misma, y revolucionas todo menosprecio con orgullo desmedido.

Esta noche todo está en silencio, y duermes en el sofá, a mi lado. No tienes nada de lo que arrepentirte. Recuerdo como llegaba llorando a casa y me abrazabas con las luces apagadas; no existe mayor consuelo que escuchar los latidos de quien te ama de forma incondicional. Ojalá pudiese protegerte del dolor, ojalá no pudiese saber que algún día te irás. No hay nada de mi vida que desee cambiar si sigues a mi lado. Porque no existe mayor legado que ensañarme a amar como tú lo hiciste conmigo, ama.

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