viernes, 6 de marzo de 2015

Gracias Dios por mandarme un ángel caido


Estoy cansada de luchar, y esto no ha comenzado todavía. No quiero imaginarme lo agridulces que pueden resultar los sentidos si dejamos que el tiempo se interponga entre nosotros. Detrás de las luces de la ciudad se esconden tus deseos, y los míos están aquí, sobre tu piel en orden alfabético. Pero ya no sé en qué idioma hablarte para retenerte un poco más.

¿Cuanto tiempo más vas a dejar que la tristeza me arrope? Es un cruel juego de tu parte, o de tus miedos quizás. Lo cierto es que no lo sé, me has dejado tan confusa que no estoy segura de qué camino debería tomar para no romperme más. Bueno, aunque debo admitir que ya no temo hacerlo, porque estar contigo ha sido como reconstruir una y otra vez las murallas que han encarcelado mis sentimientos.

Tu dolor, no justifica el daño que me estás causando. Si no eres lo suficientemente valiente como para aceptar todo lo que te ofrezco, no tienes la suficiente fuerza para afrontar una relación.
¿No deberías ser más fuerte que yo?

Soy de las pocas mujeres que conocerás, que decidan tomar las riendas de tu vida luchando sin tener recompensa. Pero ya basta. Ya me he cansado. Parece que te cuesta comprender que una relación es cosa de dos, y no existe nada ni nadie, que pueda hacerlo por ti. Me marcharé, porque me estás echando, y después te culparás al mundo por ser tan cruel, y a mí por no ser sincera. El único mentiroso eres tú.

Deja de tomarte por santo, que aquí quien no lucha no lo hace porque así lo ha decidido. Que sí, que sé donde te encuentras, que yo he estado ahí. Y por eso te digo que esto no es justo ni sincero. Sigue buscando excusas, sigue caminando por dentro. Pero recuerda que si me hechas, ya no vuelvo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario