
Doy tres pasos y se escabulle a mi olvido el caminar. Tu eterna indecisión me tambalea. Podríamos correr tan lejos sabes... donde ni siquiera el aire se sintiera. Pero te empeñas en ir en dirección contraria. O quizás sea yo... que en ocasiones me cuesta creer que merezco ser feliz.
Ahora siento una soga en el cuello, porque necesito ser salvada, y en ocasiones abandonada. Y creyéndome por un instante la locura de mi arrogancia, te pinto un mapa para que puedas seguirla. Ojalá pudieses verla.
Estoy aprendiendo a vivir ¿Sabes cielo? Intento hacerlo contigo, aunque siento que es mucho más difícil. No paro de dar vueltas sin llegar a ningún lado en particular. Como si querer quererte me hiciese perderme más en mí misma. Porque eres tú la herida pero soy yo quien necesita ser salvada.
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