domingo, 24 de agosto de 2014

¿Futuros construidos de pasados?


Veo tu rostro reflejando premeditada ingenuidad, y no me freno a pensarte fundido en melancolía y un poco de desgana. Nuestros labios quizás podrían corromper palabras dormitadas ahora, pero es demasiado tarde; tus palabras están cargadas de indiferencia, y mis silencios son eternos. Hace mucho que dejamos de hablar el mismo idioma.

Lo nuestro fue real ¿no es cierto? O esa creencia me consuela en algunas noches congeladas de soledad y desesperanza. Soy adicta a imaginarnos, y en instantes cortantes, me permito creer que todos los "quizás" son reales.

Salpicamos nuestros recuerdos con unas pocas palabras sin ataduras, aunque por un segundo los dos deseamos una cárcel compartida. Los sueños, sueños son; muerden la realidad para que piquemos en el anzuelo de los deseos que nunca creimos necesitar.

Así pues, aquí estamos los dos de nuevo. Haciéndonos creer que nos necesitamos porque las flores marchitas no dejan florecer a las nuevas. E inventándonos una absurda historia más para justificar que nuestras noches solitarias no son en absoluto nuestra elección.

Acuérdate de olvidarme,
porque yo sola no puedo hacerlo.

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