viernes, 7 de marzo de 2014

Vagabunda de la perdición

Cuando el alma de la noche sale a relucir sus ojos salvajes, siento que encuentro mi alma en las esquinas más oscuras. Me siento muy perdida.

No pertenezco a ningún lado, y me niego a pertenecer a alguien si no soy capaz de tenerme a mí misma. Estoy envuelta en una desorientación confusa que mantiene en vilo mi alma tantas noches solitarias. Me enfrento de pie a lo desconocido. Pero soy yo quien me ha empujado a este estado anímico. Es mejor que el dolor y el sufrimiento.

Es el desconocimiento constante de tus sentimientos, y el dejarte guiar solo por lo que dictan tus sentidos. Trato de fluir con la corriente y dejarme arrastrar por las bellas luces nocturnas hasta desaparecer del todo. Desvanecerme y convertirme en polvo para ser una persona libre, para no marcar absolutamente a nadie y ser inmune a todo lo que me rodea.

La vida es demasiado corta para planearla, pero no sé si podré hacer esta sensación eterna. Temo ver mis propios sentimientos. Sin embargo, solo puedo olvidarlos si los libero de mi mente. 

Mis pensamientos se encuentran tan perdidos como yo. Divagamos buscando una nueva vida, nuevas oportunidades. Encontrar algo que nos enseñe a respirar por primera vez en nuestra vida. Pero todo parece podrido y roto. Y yo ya no sé ni siquiera quién soy.

¿Como explicar este profundo sentimiento si ni siquiera yo lo entiendo? No puedo. Y mi voz sigue aún más muda que mi alma, en este inestable mundo en el que me he refugiado a mí misma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario